Columna de Jorge Burgos: El regreso de los acuerdos

Chile's Congress votes on reform to private pension system
REUTERS/Rodrigo Garrido


La aprobación holgada de la reforma previsional tiene un doble mérito; por una parte, perfeccionar un sistema mixto donde ya concurren elementos propios de la capitalización individual y aportes del Estado financiados con los tributos que pagamos, lo aprobado permite despejar, en buena medida, un debate a veces técnico y otras muchas chapucero, que nos acompañó por más de una década. Desde esa perspectiva, aplausos para los actores relevantes de este acuerdo, los que son fáciles de identificar en el Ejecutivo y en el Senado.

Por otra parte, tan trascendente como la primera, es el regreso de la política de los acuerdos en la búsqueda y consolidación de reformas estructurales, tan desdeñadas y maltratadas en los últimos años, años que coinciden con el preocupante estancamiento del crecimiento de la economía. Bueno sería que los ciudadanos, en las próximas elecciones, sepamos distinguir, en la amplia oferta de candidatos, entre aquellos que contribuyen y otros que retrasan desde el discurso populista y maximalista.

Valioso sería también que este impulso reformador permita un acuerdo sólido en materia de sistema político, que sustituya normas y conductas que han dificultado gravemente la gobernabilidad. Para ello, sobre la base del proyecto que se discute en el Senado, es indispensable que haya ministros que asuman el mismo rol que les correspondió a los titulares de Hacienda y Trabajo en la reforma previsional, y parlamentarios que lideren, como ocurrió con los senadores de la Comisión del Trabajo del Senado. Sin esos compromisos será difícil se concrete. Los más interesados debieran ser aquellos que ya se perfilan como candidatos más opcionados para el periodo presidencial que está a la vuelta de la esquina. Nada muy bueno le espera al futuro gobernante si no se modifican normas jurídica-políticas, que son causas basales de la muy decaída gobernabilidad.

Esperemos que los actores políticos, que en febrero entran en un periodo de vacaciones, mediten sobre este desafío.

Mientras tanto, a los ciudadanos que también tendremos algunos días de descanso, me animo a recomendarles dos libros de muy notable factura. La luz difícil, del escritor colombiano Tomás González, el discutido y complejo tema de la intervención deliberada para poner fin a una vida sin perspectivas de cura. Una obra, más allá de la temática, tranquila y la vez conmovedora. Y La Llamada, de la escritora argentina Leila Guerriero, una investigación rigurosa y exhaustiva de los crímenes de las juntas militares argentinas, centrada en una joven militante de montoneros víctima de un largo listado de atrocidades, que logró salir con vida de aquel calvario, por cierto una vida difícil que la autora retrata magistralmente.

Destino el último párrafo para despedirme al cumplir siete años de columnista, agradecer a quienes tuvieron la voluntad y paciencia de leerme los días sábados, y al diario que me dio acogida y libertad temática.

Ya es tiempo de nuevas voces o más bien manos.

Por Jorge Burgos, abogado

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