Columna de Jorge Burgos: Liderazgo ausente

El Palacio de La Moneda


Escuché que en una reciente entrevista a Pepe Mujica -a propósito de liderazgo indudable- le preguntó el periodista por qué Uruguay se distinguía de los países del barrio y contestó, en el marco de una amplia respuesta, que en Uruguay la gente de derecha no era tan de derecha y la gente de izquierda no era tan de izquierda. La frase, que podría ser interpretada como una simple ironía, creo que refleja una profunda verdad, las cosas resultan mejor cuando los actores políticos son capaces de converger, buscar acuerdos que por cierto implican cesiones respecto de sus posiciones ideológicas iniciales. A nuestro país le fue mucho mejor cuando se pareció al Uruguay de hoy.

Nos cuesta llegar a acuerdos en temas pendientes y sustanciales para salir del estancamiento en que nos movemos desde hace mucho tiempo. Ahí están los pendientes en materia de régimen político -buena noticia que el Presidente haya rectificado sus dichos iniciales en la materia-, en materia previsional, tributaria, de inversiones privadas etc., etc. No son acaso claro síntoma de grave falta de vocación de acuerdos los rotundos fracasos en la tarea de darnos una nueva Constitución, ambos intentos marcados por ideologismos cruzados por izquierdas y derechas.

Con seguridad los analistas políticos tendrán múltiples buenas razones para explicar el marasmo en que hemos caído desde hace un tiempo, ya preocupante largo; los políticos se mirarán a un espejo, en que descubrirán que las culpas son ajenas. En lo personal estimo que la situación que vivimos en parte no despreciable está cruzada por ausencia de liderazgo; la mejor época de la reciente historia republicana contó con presidentes que lideraron, más allá de los claros y oscuros de todo periodo.

En relación a la conducta que echo en falta, terminé de leer “Angela Merkel, crónica de una era” de Ana Carbajosa, quien fuera corresponsal de El País en Berlín. La biografía refleja de manera muy notable esta política distinta, este personaje singular, como dice Javier Solano “un retrato magnífico de una política excepcional”. La forma y modo en que enfrentó la crisis griega y sus contagios en Europa continental, la dignidad de la acogida a los refugiados, su firmeza frente a los extremos, las múltiples veces que navegó, con mano firme y decidida, en contra del viento populista que azotaba fuerte.

Del libro que recomiendo con entusiasmo su lectura, en especial a quienes se inscriben en la lista, aún larga, para la competencia presidencial, citó una frase de Václav Havel que Merkel ocupó cuando arreciaban las críticas por su gestión en la crisis de los refugiados: “la esperanza no es la convicción de que algo va a terminar bien, sino la certidumbre de que algo tiene sentido, al margen de cómo acabe”.

Los países, aún más los de nuestro tamaño y etapas de desarrollo, requieren de liderazgos nítidos, ello mucho más allá del tipo de sistema político democrático que se otorguen. Bien le vendrá a nuestro país elegir correctamente la oportunidad que está a la vuelta de la esquina, sin duda ayudará a salir de cierta mediocridad, que por desgracia hemos ido naturalizando.

Por Jorge Burgos, abogado