Columna de Jorge Burgos: O sea, digamos
El encabezado de la columna hace referencia a la muletilla con que el candidato a la primera magistratura de la nación argentina, Javier Milei, inicia buena parte de sus reflexiones o respuestas ante los medios de comunicación. Convengamos que de las excesivamente concurrentes muletillas suele percibirse que el interlocutor no tiene necesariamente claro lo que quiere expresar y acude a una autoafirmación lingüística.
Pero más allá de lo anterior, y mucho más relevante, es que las recientes Primarias Abiertas Simultáneas y Obligatorias trajeron una sorpresa -al menos para todas las encuestadoras y analistas-, el candidato Milei inicialmente considerado como un outsider pintoresco, sin chance, más tarde como un tercero con un apoyo llamativo, terminó siendo el más votado en las elecciones del fin de semana recién pasado.
Ganó, pero no arrasó como lo he visto escrito por partidarios domésticos del libertario. Es prudente, para los entusiastas viscerales, tener presente que entre el más votado y el tercero hay menos de tres puntos porcentuales de diferencia, de manera tal que se ubicarán en la línea de largada para la elección definitiva en una posición muy similar.
Es prudente también destacar que el 30% de Milei es acaso el caudal de votos más propio; él no compitió con nadie en su interna, son suyos los votos, hasta donde pueden ser; sus rivales tienen una primera tarea de ir a buscar los votos, nada despreciables, que obtuvieran los derrotados en sus coaliciones, más todavía si se trató de elecciones internas duras, a veces muy duras.
La disyuntiva de Patricia Bullrich se vincula en cuánto centra su discurso. El de la primaria, muy cargado a la derecha, tuvo en Milei un adversario potente, y con cuanta más gradualidad, sin enfriar a su votante, no es fácil encontrar el límite virtuoso. Por su parte, Massa, cuyo principal problema es ser el conductor de una economía en profunda crisis, y que sale de la peor elección del peronismo en décadas, debiera tender también a buscar el voto de centro que no le fue ajeno años atrás. Pero cuánto puede dejar descubierto el flanco kirchnerista, desfiladero complejo también.
El sorprendente Javier Milei, con su más consolidado 30 %, de alguna manera una nueva versión del “que se vayan todos”, con seguridad buscará sus nuevos votos preferentemente entre aquellos que no fueron a votar o lo hicieron en blanco bajo el supuesto que son reflejo de un tipo de enojo.
En una lógica más tradicional de análisis, lo asumo, habrá que mirar si el voto bronca que dicen todos recogió Milei, se mantiene incólume a la hora de elegir definitivamente el Presidente, o si el “O sea, digamos” muchas veces algo vago, no termina asustando por insuficiencia.
Como quiera que sea, hay preocupación en el barrio. Argentina es un país importante, su influencia cultural es trascendente, entre otros valores. Ojalá elija la alternativa que le permita salir de tan severa crisis económica. Parafraseando al héroe fundacional argentino, ordenar las finanzas públicas parece imposible, pero es imprescindible.
Por Jorge Burgos, abogado
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