Columna de Jorge Burgos: “Un tal González”

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La generación que nos gobierna por decisión soberana llegó a la política con un relato profundamente crítico de aquella que la precedió en el ejercicio del poder democrático, incluso en los últimos años encontró inopinados socios en más de un actor relevante de la transición y posterior consolidación de la democracia.

Es honesto señalar que esa mirada dura y las más de las veces injusta y parcial ha ido cediendo, principalmente en su voz más relevante, qué duda cabe que en ello ha contribuido la dura función de gobernar; pragmatismo dirán algunos, otros buena fe. Como quiera que sea, bienvenida.

Qué duda puede caber que para analizar los procesos políticos, posteriores a largos autoritarismos cualquiera sea el signo de estos, es bueno leer a los exégetas de esos procesos.

Cayó en mis manos y en mi lectura el muy buen libro de Sergio del Molino, escritor y periodista, “Un tal González”, que tal como él lo explica en los inicios de su obra, no es un libro de historia ni una biografía de Felipe González, tampoco un ensayo político, es simplemente el trabajo de contar una parte de la historia política reciente de España, a través de quien fuera el Presidente que asentó la democracia y propició el cambio estructural más profundo y espectacular del país. El narrador se presenta como un hijo de la democracia que observa la generación de sus padres.

El relato está construido sobre una selección de momentos trascendentales de la vida política de Felipe, pueden ser las reuniones del PSOE ilegal de los 70, pueden ser los momentos de soledad en la Moncloa, un set de televisión con ocasión de un foro electoral; en definitiva, es el continuo de una historia, por cierto, con cuotas de fortuna, pero en esencia con ideas claras y preestablecidas de una visión de país, de democracia.

Como señala Iñaki Gabilondo presentando el libro, que aquí recomiendo con entusiasmo: “Han pasado ya cuarenta años del primer triunfo del Partido Socialista Español, ‘Un tal González’ narra un momento crucial en la historia de España siguiendo el derrotero de su gran protagonista, la figura de González vertebra el relato, pero el foco está puesto en una España que pasa en menos de una generación de la misa y el partido único a la democracia avanzada y la completa integración con Europa”.

Como dice el autor, “todo se conquistó en 1978, pero se terminó de asentar a partir de 1982 y basta un paseo por el mundo para cuidarse de darlo por supuesto y eterno como lo hace a menudo la gente de mi generación”. Viene bien leerlo, mutatis mutandi surgen paralelos, recuerdos y pueden permitir, como leí por ahí, empezar a apreciar ser hijos de la transición más que nietos de la dictadura.

Disculpas a los lectores por aventurarme en un oficio que ni con mucho domino, pero el entusiasmo lector me animó.

Por Jorge Burgos, abogado

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