Columna de Jorge Claro: “Otra vez el famoso CAE. Y los niños ¿cuándo?”
"No tiene sentido que el Estado regale el costo de los estudios a estos profesionales, salvo excepciones fundadas, mientras, por otra parte, deja de lado a sectores que lo necesitan de manera urgente y donde debería focalizar su apoyo. En concreto, me refiero a la estimulación y educación temprana para los niños vulnerables, muchos de los cuales permanecen en sus casas sin tener acceso a ninguna herramienta que les permita desarrollarse"
La condonación del CAE se puso nuevamente de moda. Pero esta vez, al parecer, para mejor. El ministro Marcel ha decidido ponerle freno a la condonación generalizada de los casi US$11.000 millones adeudados. En buena hora.
Financiar el costo de una carrera de educación superior mediante un crédito, en condiciones que nadie más tiene, a profesionales que una vez recibidos –en su gran mayoría– mejorarán sus ingresos y tendrán la capacidad de pagar esta deuda, tiene todo el sentido del mundo. De hecho, un estudio de la OCDE determinó que en Chile, los universitarios duplican el ingreso de los egresados de enseñanza media. Al revisar los datos de los montos promedio pagados mensualmente por los egresados universitarios, sorprende escuchar que se trataría de una “pesada carga”: Un 45,7% paga UF 0,54/mes; el 29,4% que le sigue paga UF 1,45/mes y el resto que completa el 90% paga UF 2,42/mes.
Por ello, no tiene sentido que el Estado regale el costo de los estudios a estos profesionales, salvo excepciones fundadas, mientras, por otra parte, deja de lado a sectores que lo necesitan de manera urgente y donde debería focalizar su apoyo. En concreto, me refiero a la estimulación y educación temprana para los niños vulnerables, muchos de los cuales permanecen en sus casas sin tener acceso a ninguna herramienta que les permita desarrollarse, mostrando rezagos graves, generando así la semilla de las desigualdades futuras.
Algunas cifras para tener en consideración: el CAE acumula una deuda de casi US$11.000 millones con un 60% de morosidad general (egresados y desertores) a fines del 2022 y su operación le significa al Estado un costo anual de al menos US$530 millones, de acuerdo con un estudio realizado por el ex rector de la Universidad San Sebastián y actual investigador de Clapes UC, Carlos Williamson.
Se trata, entonces, de financiar con recursos públicos la estimulación inicial y educación temprana en los hogares con niños de dos a cuatro años del 20% más vulnerable, por medio de sesiones personalizadas, dos veces a la semana, entregándoles un libro y un juguete didáctico semanal, 35 semanas al año. Este programa costaría ¡US$ 28 millones/año! En la actualidad, 3.000 familias reciben este servicio financiado mayoritariamente por privados, con excelentes resultados medidos. Lo importante es que lo anterior transforma, además, a los padres en los primeros educadores de sus hijos.
Sin duda, una de las principales causas de las desigualdades sociales se genera al no entender las autoridades algo tan simple como lo anterior: que la inversión educacional más rentable siempre es la que se otorga a la primera infancia vulnerable que no se puede beneficiar del capital social de sus padres, como también lo comprobó hace años el premio nobel de economía James Heckman.
Pero, ¿qué hacer con el CAE? Algunas propuestas:
1.- Exigir el cobro por planilla de este crédito y el descuento de cualquier devolución de impuestos de los montos a pagar por estas deudas, sin perjuicio de las sanciones que correspondan para quienes no las paguen como se comprometieron. Esto, a pesar de ser obvio, aún no se hace y se propuso hace muchos años.
2.- Generar un nuevo crédito y otorgarlo a las Instituciones de Educación Superior (IES), sin intervención de los bancos, exigiéndoles garantías por el 50% de los incobrables con las nuevas condiciones que se proponen. Esto pondrá los incentivos para no crear innumerables vacantes en carreras baratas -sin mercado- que obviamente no podrán pagar sus deudas. Se podrá acortar la duración de muchas carreras, y se cuidarán los costos de la docencia que suben sistemáticamente todos los años. Se terminaría así la política actual de avalar créditos otorgados por la banca, con costos absurdamente altos para el Estado. Se debe tener presente que el 2023, después de percibir los deudores la posibilidad de una eventual condonación, el porcentaje de morosos aumentó significativamente por sobre el 60% existente a fines del 2022. Otro motivo para cambiar el foco y apoyar esta vez a los niños vulnerables de la primera infancia en Chile, que desde siempre han sido abandonados por el Estado y la sociedad. Este sí sería un legado notable de este gobierno.
3.- Estos deudores en la actualidad son especialmente privilegiados. Pagan una tasa de UF + 2% anual, con un crédito de largo plazo (20 años los universitarios y 15 para los demás), con un pago que no puede superar el 10% de su ingreso anual. Además, con esta propuesta, si bajo esas condiciones no han pagado el 100% de su deuda, el saldo se declararía incobrable y la IES que lo formó deberá pagarle al Estado el 50% del mismo. Un excelente incentivo para dejar de crear vacantes y carreras sin ninguna preocupación por su pago.
4.- El Estado, en las condiciones actuales, no puede mantener la idea de condonar el CAE. Por el contrario, debe tratar de cobrarlo en su totalidad y, además, estudiar la posibilidad de ampliarlo para evitar aumentar aún más la actual política de gratuidad en la Educación superior, y que con un buen crédito pasa a ser innecesaria. Esto ya le cuesta más de US$2.000 millones anuales. Se debe tener presente lo que se deja de hacer al gastar esta cuantiosa suma regalándola a unos pocos que podrán pagar sus créditos.
El ministro Marcel tiene sobradas razones para oponerse a este “mega perdonazo”. Sólo le falta legislar para que la educación y estimulación temprana otorgadas en los hogares de las familias más vulnerables sea un derecho. Tal vez el más importante de todos los derechos.
Si lo hace todo Chile se lo agradecerá. Será, probablemente, el mayor y más importante legado del Presidente Boric.
* El autor es ingeniero civil y comercial UC.
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