Columna de José Antonio Valenzuela: Winter is coming

Comision de Trabajo en el Senado 15/1/25
Sebastián Cisternas/Aton Chile


Para los seguidores de la serie “Juego de Tronos” (e incluso para algunos que no la vieron), la frase “Winter is coming” es conocida. Este saludo de los “hombres del norte” traía consigo no solo un mal augurio, sino también un llamado a prepararse para tiempos difíciles. Bueno, el invierno también se acerca para el mercado laboral chileno, y decirlo con todas sus letras no es transformarse en un “pesimista ideológico”, sino que activar las alertas para que el mal tiempo que se avecina nos sorprenda preparados.

Es que el gobierno tiene su agenda de derechos laborales como el gran legado de su gestión: 40 horas, aumento del sueldo mínimo a 512.000 pesos; ley de conciliación laboral, ley Karin, por nombrar algunos. Todas ellas son legislaciones con fines loables, que buscan entregar más derechos a los trabajadores formales, pero que tienen una contracara: encarecen o disuaden la contratación formal, por lo que estos nuevos derechos llegan a una proporción de la población cada vez menor.

Datos de Pivotes en base a la encuesta INE muestra que si en el período 2010-2014 el desempleo caía un 0,8% mensual en promedio, en el período 2015 a 2020 (pre pandemia) este aumentó un 0,2% y luego de la pandemia, entre 2022 y 2023 aumentó un 0,7% mensual. La trayectoria es desalentadora. La informalidad, por su parte, no ha podido ser controlada. Los datos administrativos de la Superintendencia de Pensiones muestran una caída del total de cotizantes de 108.268 personas en los últimos dos años.

Para quienes funcionan en el margen entre generar ingresos o perder plata (las pymes), cada costo adicional que se impone por ley lo acerca un poco más a tener que despedir o dejar de contratar. Hoy, estamos ad portas de sumar el costo más grande de todos con una negociación de reforma al sistema de pensiones que pareciera estar en la puerta del horno. Esta reforma busca (acertadamente) reforzar el ahorro para la vejez, pero nuevamente lo hace a expensas del trabajo formal, subiendo los costos de contratación. Por si fuera poco, a los ya exigentes y conocidos 6 puntos de cotización que se impondrán al empleador, se acaba de agregar un punto adicional.

Hoy la diferencia entre el salario líquido y bruto de un trabajador es de un 20% aproximadamente, lo que se explica principalmente por las cotizaciones para pensiones (10%) y salud (7%). Esto es lo mismo que decir que un trabajador formal es un 20% más caro que el mismo trabajador en un esquema informal, sin considerar todas las demás obligaciones laborales relatadas al inicio de esta columna de las que se está exento el trabajo informal. Es difícil imaginar el impacto que va a tener agregar 7 puntos porcentuales a los 20 ya existentes, pero se trata de una realidad que parece ineludible y nos exige prepararnos.

El camino a seguir es implementar políticas públicas pro empleo, completamente ausentes de la agenda laboral que hemos venido discutiendo en los últimos años. Esto requiere más flexibilidad laboral y reducir los costos de contratación formal. No se trata de echar atrás los cambios ya implementados, sino de eliminar barreras que hoy dificultan la contratación.

Una medida tan impopular como necesaria es reducir el costo de la indemnización por despido. Esta prestación se ha transformado en uno de los grandes disuasivos para la contratación en pequeñas empresas que no cuentan con holguras de caja para pagar eventuales desvinculaciones. Chile tiene el costo de despido más alto de la OCDE, pero este generoso derecho lo recibe apenas un 30% de las personas con contratos indefinidos. En otros países como es el caso de Irlanda, pagan 5 meses de remuneraciones por 10 años de servicio, y la mitad de los trabajadores acceden a esa prestación.

Reducir la indemnización por años de servicio a niveles OCDE, y entregarla a todo evento a partir de un fortalecimiento del seguro de cesantía podría ser un primer, pero fundamental paso, para prepararnos para el invierno que se acerca, y que amenaza con mantener a una parte importante de la población sin un trabajo formal y protección social. Si mantenemos la tendencia de los últimos años, podremos agregar derechos laborales, pero estos lamentablemente seguirán llegando a cada vez un menor número de personas.

Por José Antonio Valenzuela, director de Incidencia de Pivotes

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