Columna de José Manuel Correa: Nuestra identidad emprendedora en 2023

En 2022 comenzamos a recuperarnos de la pandemia, a la vez que estamos viviendo en un país donde las personas son más conscientes de su rol, de sus ámbitos de acción, en torno al medio ambiente y la creación de valor en conjunto. En resumen, podríamos decir que estos últimos 12 meses hablan de cambios, de esperanzas, de sueños, pero también de incertidumbres a partir de un escenario mundial cada vez más vertiginoso, flexible e impredecible a nivel económico y social. Somos una humanidad en permanente cambio, que estamos tratando de buscarnos los unos a los otros, más allá de nuestras diferencias.

En medio de esta vorágine el emprendimiento de alto impacto se presenta como un motor de cambio, del cual somos más conscientes y desde donde podemos producir efectos positivos para la sociedad. Más que nunca tenemos que potenciar lo bueno, es decir, aspectos positivos que se puedan ver reflejados en la idea o anhelo de emprender.

A mediados de este año el Global Entrepreneurship Monitor Nacional 2021 reveló que alrededor del 80% de los chilenos percibe el emprendimiento como una carrera profesional deseable. Lo anterior, producto de las dificultades del mercado laboral y, en especial, ante la posibilidad de desafiarse y de crear algo propio. Ahora bien, si nos enfocamos aún más en las categorías de emprendimiento, por ejemplo, mirando a las scaleups, podemos decir que estamos ante las apalancadoras naturales de las economías, sobre todo de las que están en vías de desarrollo. Sin embargo, ¿cómo podemos impulsar y fortalecer a los ecosistemas emprendedores de alto impacto del 2023? Las respuestas son múltiples, y aunque es usual observar a los emprendedores relacionándose con sus pares y con el ámbito empresarial, hacia el 2023 lo que son, lo que hacen y sus impactos tienen que ser más comprensibles y masivos.

Las scaleups y unicornios, por citar dos categorías de emprendedores, deben integrarse al léxico de la enseñanza media, los institutos y liceos técnicos y universidades. Es cierto que educar a un país es parte de un proceso que no sucede de la noche a la mañana. No obstante, el conocimiento -para que sea útil y comprensible- tiene que amplificarse, compartiendo las experiencias de nuestros emprendedores, que por lo demás, suelen ser noticias positivas que con sus éxitos aportan en la construcción de nuestro orgullo nacional e internacional.

Expertos en educación han indicado que el emprendedor se define usualmente por su capacidad para creer en su propio talento. Entonces, ¿cómo podemos avanzar en ello? La respuesta está no sólo en potenciar nuevos conocimientos, sino en formar nuevas generaciones con más habilidades blandas, con capacidades para trabajar en equipo, para expresar y concretar ideas, para ser mejores storytellers, y con un componente social, medio ambiental y tecnológico.

Países como Alemania han logrado prosperar en la materia. El ranking “Best Countries” de US News & World Report posicionó al país, por tercer año consecutivo, como la nación más idónea para emprender. Esto producto de la variedad de incentivos económicos y programas con foco en emprendimiento de alto impacto. También, se relaciona con la idiosincrasia alemana, más consciente de los beneficios detrás del acto de emprender y desde emprendedores que han sido formados y han visto casos de éxitos previos.

Chile tiene enormes desafíos en relación a los emprendimientos de alto impacto, pero está en nosotros ser capaces de crear una identidad propia en torno a ello. Podemos tomar lo mejor de los ecosistemas emprendedores de Alemania, Estados Unidos o Australia, pero también crear un estilo propio, altamente preparado, comunicativo y con el compromiso y empuje que nos caracteriza. Para el 2023, abracemos el emprendimiento desde la sinergia, puntos de vista y experiencias de todos, para que posicionemos en las nuevas generaciones la potencia que tiene el emprendimiento y el emprendedor en pos de acortar las brechas que afectan a distintas comunidades a lo largo de nuestro país.

* El autor es director ejecutivo de Endeavor Chile.