Columna de José Miguel Ahumada: Sobre el desorden internacional

China Estados Unidos Banderas


Desde mediados de los noventa hasta, más menos, la crisis financiera del 2008, el orden económico internacional liberal gozaba de una relativa autoridad global. Mientras los países firmaban acuerdos comerciales y tratados de inversión, también se unían en organismos multilaterales y regionales para promover el libre comercio y la protección de inversiones. Qué duda cabe: la mayoría de estas normas eran principalmente favorables a los países ricos, pero por lo menos existían normas que, formalmente, también los ricos debían acatar. Y es que siempre es preferible que el poder de los ricos sea relativamente regulado antes que puedan hacerlo de forma desnuda.

Nada de eso existe hoy. A diferencia de América Latina que abrazó lealmente el orden económico liberal, China erigió un proceso de industrialización a través de aranceles selectivos a industrias, requisitos de contenido local a inversiones, transferencia tecnológica, flexibilidad en patentes junto a subsidios y apoyos financieros a empresas estratégicas. Con eso han logrado sacar de la pobreza a cerca de 800 millones de seres humanos, y saltar de producir textiles a semiconductores.

Estados Unidos, en represalia a ese despegue chino, ha levantado una estrategia que, cual elefante en una vidriería, ha quebrado la mayoría de las normas y principios que solo años atrás defendía, promovía y presionaba para que resto de los países también las asumiera. Levanta aranceles selectivos, brinda subsidios estratégicos a sus empresas sujeto a niveles de producción nacional, bloquea importaciones (chinas), monitorea inversiones extranjeras y renegocia su principal acuerdo comercial (NAFTA), eliminando los tribunales inversionista-estado ad hoc (excepto para México que, sin embargo, queda limitado).

La UE, por su parte, no se queda atrás. Para competir con China y EEUU, busca reproducir programas similares de estímulo industrial público con un fuerte énfasis en la transición energética. A su vez, el Parlamento Europeo acaba de anunciar su retiro del acuerdo de inversión Energy Charter Treaty, acusando que su tribunal inversionista-estado ad hoc es contraproducente con la estrategia de industrialización verde que promueve, y se están eliminando los acuerdos bilaterales de inversión entre sus miembros.

Curiosamente, el orden no se derrumba por sus eslabones más débiles sino por sus más fuertes. Quienes han abandonado todos y cada uno de los preceptos del orden económico liberal han sido, precisamente, sus promotores iniciales: EE.UU. y la UE. Y sin embargo, y a pesar de lo anterior, ambos siguen presionando al resto para que sigan con esos preceptos que ellos mismos han abandonado para sí mismos. EEUU sigue protegiendo en América Latina sus acuerdos comerciales liberales con protección de inversiones, sin abrirse a una re-negociación (como ellos mismos lo hicieron con el USMCA) ni presentar algo diferente. La UE, por su parte, busca negociar acuerdos de libre comercio con cláusulas más estrictas que los acuerdos anteriores, llevando a que ni México ni el Mercosur acepten.

La propuesta de EE.UU. y la UE de “Políticas industriales para nosotros y neoliberalismo para el resto” es insostenible políticamente. Brasil anuncia planes amplios de política industrial, Honduras abandona el CIADI, Ecuador acaba de votar contra los tribunales internacionales inversionista-estado, e Indonesia, Namibia y Zimbabue levantan restricciones a exportaciones de níquel sin procesar para estimular su industria.

¿Dónde quedaron las reglas de liberalización comercial y de igual trato a empresas extranjeras y nacionales, tan de moda en los 1990s y 2000s? ¿dónde quedaron las sólidas normas de la OMC, la llamada a cuidar estos principios? ¿qué fue de la creencia antiguamente dominante de que a mayor comercio hay mayor desarrollo? Se han esfumado, y lo que deja ese derrumbe es un desorden global, donde la principal tarea de los países en desarrollo es erigir una propuesta de orden internacional más inclusiva y que se adelante a propuestas regresivas que comienzan a emerger en el Norte Global.

Por José Miguel Ahumada, ex subsecretario de Relaciones Económicas Internacionales y académico del Inst. de Estudios Internacionales de la U de Chile.

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