Columna de José Miguel Ahumada: Sobre el Premio Nobel a Acemoglu, Johnson y Robinson
Hace un par de días tres destacados economistas recibieron el Premio Nobel de Economía. La señal es particularmente interesante, dado las tesis que defienden los premiados.
En el plano de sus teorías y metodologías, es indiscutible que, en sus escritos más destacados (como Why Nations Fail de Acemoglu y Robinson), se han distanciado de la forma convencional de la explicación económica. Mientras esta última tiende al formalismo y al análisis estático para explicar fenómenos específicos, Acemoglu, Johnson y Robinson (AJR) han privilegiado el análisis dinámico e histórico de la evolución de las reglas y normas que configuran formas regulares de accionar de los sujetos, para así explicar cómo crecen o se estancan las sociedades.
En buenas cuentas, buscan explicar el presente desempeño económico de las sociedades a partir de la forma en cómo han construido sus instituciones a lo largo del tiempo, y cómo estas se sedimentan y fortalecen endógenamente (lo que Douglass North, Premio Nobel de Economía en 1993, denominó como el ‘patrón de dependencia’ de las instituciones).
El argumento que defienden se puede comprender de la siguiente forma: si lo que determina el desempeño económico de las sociedades son sus instituciones (sus reglas y normas tanto en el terreno político como económico), y estas tienen orígenes pasados que se reproducen a lo largo del tiempo, hay que responder dos preguntas: ¿cuáles fueron esos procesos pasados que configuran el orden institucional presente? y ¿qué instituciones son más pro-desarrollo que otras?
Sobre la primera pregunta, los autores identifican al tipo de colonización que experimentaron las sociedades. La forma en que se establecieron los asentamientos coloniales, sus relaciones de propiedad y el uso del excedente, generaron regularidades institucionales que se han reproducido en las sociedades colonizadas y que configuran sus patrones de desarrollo. La segunda es que las instituciones que se heredan pueden ser de dos tipos: inclusivas y extractivas. A grandes rasgos, las instituciones inclusivas son las que estimulan la competencia entre actores propietarios, con estrictos mecanismos de protección a la propiedad privada y un gobierno con fuertes pesos y contrapesos. Esto permite mayor difusión del conocimiento, mayores niveles de inversión y menores desigualdades. Las instituciones extractivas, por el contrario, son las que tienen un Estado vertical sin pesos y contrapesos, que no asegura una protección nítida a la propiedad privada, y no hay reglas claras para estimular el libre intercambio. Aquello termina en sociedades muy desiguales, alta concentración de la riqueza y poca inversión.
Para AJR, por supuesto, las instituciones inclusivas son las que están correlacionadas con el desarrollo económico, mientras que las extractivas con las sociedades subdesarrolladas.
El argumento, así visto, es simple y directo. Sin embargo, como ha señalado la académica de la John Hopkins University, y autora del libro How China escaped the poverty trap, Yuen Yuen Ang, el argumento de AJR es, curiosamente, incapaz de explicar probablemente el caso de desarrollo económico más impresionante que conocemos, China. ¿Cómo se adecúa el caso chino a las “instituciones inclusivas”? Imposible saberlo. No solo eso, en gran medida, señalan los economistas Esteban Pérez Caldentey y Matías Vernengo en el libro Why Latin American nation fail, es todo el Este Asiático el que queda sin explicación dentro de ese enfoque. Corea del Sur, como ha demostrado el economista de Cambridge, Ha-Joon Chang, se desarrolló a partir de estrictas políticas industriales, subsidios a exportaciones, uso estratégico de aranceles y en un contexto de un gobierno autoritario. Algo similar pasó con Singapur.
Por otro lado, AJR ponen a EE.UU. como el ejemplo prístino de un tipo de colonización que sembró instituciones inclusivas que fueron las causas profundas de su despegue económico. Sin embargo, ¿podemos atribuir su éxito a ese “orden institucional” heredado del “tipo de colonialismo” que sufrió? Los economistas Cohen y DeLong en su libro Concrete Economics, señalan que EE.UU. se desarrolló más bien por seguir fielmente los preceptos de su padre fundador Alexander Hamilton, que ya en su Report on Manufactures de 1791 defendía la necesidad de un Estado desarrollista que invirtiera en infraestructura, subsidiara inversiones nuevas y protegiera sectores industriales. Debido a que EE.UU. fue, en palabras de Friedrich List, la “madre del proteccionismo”, por el cual logró su despegue industrial, y no por alguna herencia colonial inclusiva.
En este sentido, el argumento de AJR es coherente y sofisticado. Pero tiene un problema, pareciera que aún no convence sobre cuáles son las raíces del éxito y fracaso de las naciones.
Por José Miguel Ahumada, académico del Instituto de Estudios Internacionales Universidad de Chile, y miembro del Directorio de Rumbo Colectivo
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