Columna de Juan Carvajal: A propósito de “desprolijidades”

incendio viña del mar


Que el ambiente está “agitado”, “crispado”, que “se necesita un cambio mayor de gabinete”, que el problema es “comunicacional”, que es “ideológico”, “político”, etc. Estos, entre tantos otros, son los comentarios que rondan en cenas, carretes, medios de comunicación y por cierto en conversaciones de pasillo. Es uno de los pocos casos en que un tema de raigambre política se transforma en noticia principal, centro de atención y “trending topic”.

Que esta es una de las peores crisis del gobierno, no cabe duda. Que la oposición se está haciendo un pícnic con el tema, tampoco. Que la materia tiene buen rating en matinales, noticieros centrales y programas de medianoche, no cabe duda. Todos a estas alturas hablan del tema y se consideran “analistas especializados”.

Por eso parece necesario recordar que la opinión pública tiene muy mal evaluadas a la política, sus representantes y sus instituciones, y si bien todas estas pequeñas batallas se llevan a cabo en el pequeño ring del público más informado y más politizado, la inmensa mayoría de los chilenos solo presencian el escándalo y tienden, tarde o temprano, a “castigar” por igual a unos y otros, y con ello a debilitar la democracia y a potenciar el populismo.

La nueva realidad que se vive en Chile, con un 43% de aumento de los crímenes, no deja espacio a radicalismos, ni pequeñas ganancias de grupos que están pensando en las presidenciales, cuando las grandes mayorías tienen miedo a salir de sus casas y sufren las inclemencias de una crisis económica que golpea a millones de hogares con el agravante de que las personas pierden la confianza en las instituciones democráticas. La misma encuesta CEP muestra que la valoración de la democracia cayó de 61% en la medición anterior, a 49% en la actual. Al tiempo, las personas que dicen pensar que “en algunas circunstancias, un gobierno autoritario puede ser preferible a uno democrático” aumentaron de 13% a 19%. En tanto, entre quienes les da lo mismo un régimen autoritario que uno democrático, la cifra aumentó de 19% a un 25%.

La “desprolijidad” que puso en peligro los acuerdos políticos alcanzados, viene a demostrar la poca sintonía de un Ejecutivo, que toma decisiones presionado por sectores ideologizados, frente al sentir profundo de ciudadanos que esperan que el gobierno les dé garantías para vivir en paz. Y es que consideraciones como que los acusados en el marco del estallido social “no son delincuentes” que hacen algunos dirigentes de Apruebo Dignidad no empatizan con el juicio que realizan las personas sobre quienes habrían quemado metros y/o bienes públicos, y ocasionado desordenes y situaciones de violencia que, desde entonces, parecen haber llegado para quedarse, en desmedro de la calidad de vida de todos y todas.

Se debería tener muy presente que los chilenos y chilenas continúan queriendo cambios para mayor justicia y mejores oportunidades, pero los quieren con paz social y sin poner en peligro sus logros de años de trabajo, como lo indican los recientes resultados de la encuesta CEP.

Por Juan Carvajal, periodista y ex director de la Secom