Columna de Juan Carvajal: Cambios, sí o sí
Por Juan Carvajal, periodista y ex director de la Secom
Los debates de estos primeros días en torno al plebiscito de salida dan cuenta de un diálogo elitario, plagado de descalificaciones, lo que genera mayor confusión a un votante que hace ya varias elecciones se liberó de abstractas fronteras ideológicas y que está mucho más concentrado en la búsqueda de soluciones prácticas que mejoren su condición de vida. En estos tiempos de inmediatez, del imperio de las redes sociales, de alta desconfianza ciudadana en la política y sus actores, esta dinámica puede tener efectos nocivos en una población que espera de sus liderazgos señales claras.
En el proyecto de Constitución entregado al Presidente hay grandes temáticas que, sin duda, preocupan sectorialmente a distintas sensibilidades. La propuesta dibuja un Chile libre, con más democracia, más inclusivo, con tradición institucional, igualdad de género, protector de la naturaleza y del medioambiente, descentralizado, con economía responsable y que garantice los derechos de las personas.
Pese a que todos parecen coincidir en que en la campaña hay que dar más protagonismo a la ciudadanía, en la práctica, una vez más, las discusiones se centran en materias más ideológicas, más politizadas, en temas bastante más globales -sin duda, importantes-, pero que poco pueden aportar a la definición de la gran mayoría no politizada. Porque el ciudadano medio está preocupado de cosas bastantes más “terrenales”, como pensiones, salud, vivienda y su nivel de vida.
¿Y cuál es el contexto para la decisión del voto?
- Una percepción de mal desempeño de la Convención Constitucional y sus resultados.
- Una baja adhesión al Presidente y al gobierno.
- Un escenario económico que golpea negativamente a la gente.
- Y una violencia delincuencial que se ha apoderado de barrios y calles del país.
El telón de fondo de todo este cuadro es la ausencia de datos sobre el comportamiento de una parte sustantiva del padrón electoral que se verá obligada a acudir a las urnas. Sabido es que una inmensa mayoría ciudadana no leerá el texto completo y que el repetido concepto de “votar informado” es más la expresión de un deseo, ya que una gran cantidad de electores decide su voto por factores muchas veces ajenos a la realidad o por simples percepciones sobre hechos o personas. En tal sentido, cobran relevancia los programas de corte social en televisión -como los matinales- y la franja electoral, que en esta oportunidad se enfrenta al desafío de construir una realidad comunicacional que logre convencer y movilizar al electorado.
En este ambiente polarizado -exacerbado por el propio carácter binario que tienen los plebiscitos-, lo que sí parece no estar en discusión hoy -a lo menos discursivamente- es que hay que hacer cambios. Porque lo que dejó claro el plebiscito de entrada es que un 80% de la ciudadanía considera que el actual marco constitucional no es aceptable y que requiere ser cambiado para desterrar cualquier vestigio de las viejas cuentas del pasado dictatorial.
Comenta
Los comentarios en esta sección son exclusivos para suscriptores. Suscríbete aquí.