Columna de Juan Carvajal: El toro por las astas
El atentado contra un comisario de la PDI reinstaló la crisis de seguridad ciudadana como el principal problema para el país, con el adicional de que ahora el delito apuntó a la propia autoridad llamada a combatir la criminalidad y la delincuencia, lo que afianza en la ciudadanía la sensación de temor y vulnerabilidad. Es claro que estamos observando en Chile una modalidad de crimen organizado brutal, con gran poder de fuego, capacidad para infiltrase en distintos estamentos de la sociedad y tomar posesión de los territorios. Se trata de un flagelo que amenaza haber llegado para quedarse, de no existir una visión política y una estrategia frontal, asumida por todos los sectores para enfrentarlo. Y aquí, una vez más, las elites políticas no están dando el ancho. Se pierde tiempo valioso en la búsqueda de réditos políticos en una materia que exige respuestas inmediatas, de señales claras y precisas que logren instalar un antes y un después en el combate a la delincuencia. En definitiva, no parece haber conciencia de que se trata de una situación límite y que requiere del esfuerzo de todos, más allá de errores del Ejecutivo.
Porque, como la realidad se impone, el gobierno no ha logrado salvar con éxito los innumerables “lomos de toro” que encuentra en el camino, tomando decisiones inoportunas y precipitadas, iniciativas mal diseñadas y/o en permanentes contradicciones sobre lo que se dice o se desea representar y lo que, finalmente, se termina haciendo. Los indultos, la forma de enfrentar los problemas de seguridad y violencia en La Araucanía, la valoración de Carabineros y las policías, la promesa de terminar con las Isapres, no más AFP, etc., demasiados ejemplos de cómo la sobreideologización de los temas ha debido moderarse y, en algunos casos, definitivamente hacer un giro forzado, al que el gobierno no termina de acomodarse con total convicción, quedando además siempre al debe con su base de apoyo.
En lo que se refiere a la oposición, sus partidos, dirigentes y parlamentarios parecieran no querer salir de esa suerte de éxtasis en el que cayeron después del triunfo del plebiscito, en que la tendencia a rechazar y criticarlo todo pareciera ser el único motivo de inspiración, olvidando que lo que en verdad espera la ciudadanía es que el país recupere los grados de tranquilidad, seguridad y buen vivir que caracterizaron a Chile como un país atractivo para visitantes, inversionistas y migrantes.
Con todo, el gobierno debería tomar nota de la necesidad urgente de diseñar estrategias oportunas, buscar las formas de implementarlas e interpelar a quienes no se allanan a enfrentar los problemas. No se debería olvidar que el desgaste del liderazgo presidencial y la pérdida de credibilidad y confianza ciudadana no son resultado de las crisis, que todas las administraciones sufren, sino el costo que se paga cuando las personas no perciben a una autoridad capaz de darles una conducción clara y decidida hacia una salida. Se trata de tomar el toro por las astas, y hacerlo ahora.
Por Juan Carvajal, periodista y ex director de la Secom
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