Columna de Juan Carvajal: Palabras más, palabras menos
El gobierno del Presidente Boric tuvo una inflexión positiva y superior al margen de error en algunas encuestas, que algunos estiman como resultado de una buena gestión en la extinción de incendios. Paralelamente, se habla en los pasillos de La Moneda y se especula en los medios sobre un cambio de gabinete y del “relato” que busca el Presidente para retomar el control de la agenda y responder a la pregunta de “qué gobierno queremos ser”.
Se ha hecho común en los últimos años escuchar sobre “vocería”, “cuña”, “discurso”, “relato”, en referencias que ligan cualquier destino de una estrategia, plan o acción a actos del habla. Detrás de todas estas menciones se esconde la errónea concepción de que la comunicación es mucho más una interacción verbal que una disciplina multifacética, cada vez más llena de signos, gestos y simbologías, que transmiten mensajes, sensaciones o emociones que impactan de manera diversa en los nichos específicos a los que se orientan, generando múltiples percepciones.
El verdadero éxito de un buen estratega es diagnosticar, detectar y definir un diseño que permita respuestas adecuadas a la multiplicidad de dudas y demandas de las grandes mayorías. Especialmente cuando hablamos de la acción gubernamental y de la conexión que un Ejecutivo requiere para el éxito de su obra que, al final de día, se reduce a que la ciudadanía tenga una percepción positiva de su gobierno y ojalá una opinión favorable sobre su gestión. Tan cierto como todo lo anterior es que la gente se impacta y se motiva mucho más con los hechos que con las palabras que, en el decir popular, “se las lleva el viento”.
¿Significa esto que el relato, el discurso o la cuña no sirven? Por supuesto que son necesarios, ya que todos los enunciados pueden generar expectativas, levantar esperanzas o cambiar estados de ánimo. Pero lo que definitivamente vale más que las palabras, lo que importa y define posturas, son aquellas acciones que se entrelazan con lo que las personas esperan o necesitan. Las grandes autopistas quedaron para siempre en la retina de los chilenos asociadas a Lagos. Las mujeres adquirieron una categoría superior con la primera mujer Presidenta de nuestra historia o con la creación de la Pensión Solidaria en el primer gobierno de Bachelet.
Por eso, cuando se especula sobre las razones de la inflexión positiva que podría devenir en tendencia para el actual gobierno, se debiera pensar más bien en dos acciones que sí impactaron en ese ciudadano que no demanda ni reclama en las calles y que forma parte de la inmensa mayoría de chilenos que, al fin y al cabo, sanciona con su voto a las autoridades. Es evidente que la presencia de militares en las fronteras y la operación de despeje de las perturbadoras y repudiadas carpas del bandejón central de la Alameda, está mucho más ligado a lo que las personas esperan y quieren de un gobierno, que enfrenta en la seguridad pública el problema más sentido por la ciudadanía.
Por Juan Carvajal, periodista y ex director de la Secom