Columna de Juan Carvajal: Trampas de la comunicación

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“Lo que no sale en la tele no es noticia”, era una máxima que hasta hace poco tiempo era indiscutible. Ahora, si bien sigue siendo válida en términos generales, los avances tecnológicos han ido incorporando otras variantes que no suelen tomarse debidamente en cuenta. Qué mejor demostración que lo acontecido con un joven comediante que se presentó en el Festival de Viña el lunes, reclutado a una semana del evento para reemplazar al exitoso comediante y actor Yerko Puchento, a quien teóricamente nadie conocía y que logró un éxito rutilante.

Si bien Diego Urrutia no aparecía ni en TV ni en radios, sí tenía experiencia en las redes sociales y, por ende, las nuevas generaciones o habían escuchado hablar de él o lo habían visto en la comunidad global de videos cortos, TikTok. Y no solo eso, el público objetivo al que había que dirigirse esa noche era mayoritariamente joven o adolescente, por lo que había correspondencia entre audiencia y mensaje.

Esto, que en palabras parece simple, es un desafío de tal complejidad y amplitud que hasta hoy no logra ser resuelto en la problemática social, política y económica. La respuesta a la pregunta de “cómo comunicar” termina normalmente en las interrogantes, ¿a quién le hablo?, ¿cuándo y dónde lo comunico? Y las respuestas suelen ser no muy acertadas respecto de las necesidades, la oportunidad y contenidos, porque la realidad es mucho más compleja de diagnosticar que antes.

Basta ver la agenda televisiva de los últimos días, que ha sido mucho más a tono con la habitual cobertura del período estival, que se centra en temas más livianos y de entretención. Y no es que los problemas de seguridad pública hayan disminuido, que los incendios forestales se hayan extinguido, que la política no tenga ninguna crisis o escándalo o que el gobierno y la oposición se haya tomado vacaciones. Lo que ocurre es que, a diferencia de otros años, la información se reduce a solo pocos días de este “veranito de San Juan” que, terminado el Festival de Viña y las vacaciones, dará espacio a la convulsiva agenda social y política que caracteriza a estos tiempos.

Esta es la cotidianidad en la que se mueven los países, y el nuestro no es la excepción, donde los desafíos de los gobiernos no solo radican en los programas de transformaciones, sino en cómo se instalan los mecanismos y herramientas comunicativas que les permitan “conectar” con la ciudadanía, en un contexto de diversidad social infinitamente más variopinto y complejo que el del siglo pasado.

Esta problemática comunicativa de hoy no se resuelve con la simple frase de que “los tiempos han cambiado”. Lo actual es más profundo, más global y transformador, pues tiene que ver con una radical revolución tecnológica, que adquiere características de permanente y cuyas modificaciones tienden a ensanchar aún más las diferencias generacionales y también sociales entre quienes tienen o no acceso a las plataformas que van surgiendo.

Por Juan Carvajal, periodista y ex director de la Secom

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