Columna de Juan Carvajal: Una ventana para reconcursar

Reunión política por nuevo Proceso Constituyente


Cuando el Presidente Boric señaló en la ONU que “representar el malestar es mucho más sencillo que producir las soluciones”, se entendió la frase como el momento autocrítico de una administración duramente golpeada en estos primeros meses de gestión. Es evidente que quienes “habitan” hoy el gobierno han tenido la dura experiencia de comprobar que el serlo implica tomar decisiones que a muchos no les gustan, que las lealtades se pierden con facilidad y que la ciudadanía cobra a un alto precio las promesas y compromisos de campaña.

Simultáneamente, el país enfrenta amenazas como una criminalidad y violencia de niveles antes desconocidos para Chile, una crisis económica que se proyecta con la posibilidad cierta de una recesión y un escenario constitucional que ha prolongado el clima de incertezas políticas, económicas y sociales que golpean a la población. Se trata de una realidad en la que el ambicioso programa transformador con el que asumió el Presidente Boric debiera mostrar toda la flexibilidad necesaria para asumir lo que es posible y lo que no, así como la pertinencia de los tiempos para cada materia.

Sin embargo, esta situación no solo es un desafío para el gobierno, sino que también lo es para las fuerzas políticas en su conjunto, porque las demandas y el malestar subsisten, pero las personas están ya muy cansadas de la violencia en las calles y del ánimo de polarización que se impuso. Lo que se debe tomar en cuenta es que el voto obligatorio llevó a las urnas a un inmenso sector ciudadano que señaló su opción por un camino tranquilo y de moderación, pero que lejos de optar por el inmovilismo, quiere cambios sin violencia, con estabilidad y una mejor calidad de vida.

Por ello, mientras el gobierno tiene la tarea de implementar medidas para incentivar un crecimiento económico que asegure estabilidad en el mercado laboral, la oposición debiera entender que el desafío de superar los problemas que enfrenta el país tiene como prerrequisito, el concurso y compromiso de todos los sectores para generar acuerdos sustentables que entreguen las certezas que se requieren para lograr estabilidad política, social y económica.

Es cierto que, tras el resultado del plebiscito, el debate retornó a la élite política. Lo que no se sabe es si los actores institucionales leyeron adecuadamente el inesperado mensaje de reconcursar ciudadanamente. Es un espacio pequeño para quienes, desde hace tiempo, no gozan de confianza y han sido rechazados sistemáticamente por las hoy revalorizadas encuestas. A esa élite política que pareció desahuciada en el plebiscito de entrada, con el de salida se le abrió una ventana para revalidarse, en lo que puede ser su última oportunidad en una democracia que necesita de partidos valorados ciudadanamente. Es un momento en que partidos, movimientos, dirigentes y parlamentarios están llamados a retomar el camino del servicio público como objetivo, a fin de poner a la política a la altura de lo que el país necesita para seguir fortaleciendo la democracia.

Por Juan Carvajal, periodista y ex director de la Secom

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