Columna de Juan Carvajal: Volver a empezar

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Luego de 103 días y cuando nadie confiaba en que los 19 partidos con representación parlamentaria serían capaces de materializar un acuerdo para una nueva Constitución, los presidentes de partidos, dirigentes y algunos parlamentarios sellaron su compromiso con un documento de cinco páginas que, bajo el título de “Acuerdo por Chile”, contempla todos aquellos criterios, compromisos y principios que inspiran a la amplia mayoría de sensibilidades que se expresan en el Parlamento.

Como se recordará, el 7 de septiembre del presente año, tres días después del plebiscito de salida, los presidentes de partidos y los jefes de bancada iniciaron en el Congreso Nacional un diálogo para un nuevo proceso constituyente, luego del rechazo ciudadano a la propuesta de la Convención Constitucional.

El 15 de noviembre del 2019 -en el momento más crítico del estallido social- se marcó un viraje político importante para dar un curso institucional a un conflicto que parecía eternizarse sin soluciones claras. Ese es el acuerdo más representativo del ser nacional que se haya concordado. Y aunque el “Acuerdo por Chile” se haya logrado a más de tres años de aquella fecha y en torno también al cambio constitucional, se debiera tomar como una nota de esperanza, en el contexto de crisis social, política y económica, además de la creciente división que se fue creando desde el estallido social.

Esto último no es menor, ya que los responsables del despilfarro constitucional anterior, que en su gran mayoría se han consumido en el silencio, no tardarán en desplegar innumerables críticas a lo recientemente acordado. Mientras algunos pondrán el acento en lo que falta, otros enfatizarán en el despilfarro de buscar un cambio de una Constitución que se debería mantener sin modificaciones.

Por ello, conviene recordar que cuando el 16 de mayo de este año, con una ceremonia en las Ruinas de Huanchaca se entregó oficialmente el borrador del proyecto de nueva Constitución, que constaba de 499 artículos, la Convención Constitucional estaba cerrando un proceso que, lejos de representar una profundización de la democracia, estaba marcando una profunda derrota estratégica de las fuerzas progresistas, que se consumó con el categórico 61,87 % en favor del Rechazo en el plebiscito del 4 de septiembre pasado. Como nunca antes, la conducta sectaria de algunos echó por tierra la posibilidad cierta de construir con mayorías y sin fracturas, un Chile más justo, igualitario y democrático.

Así, y con ese precedente, se llegó a este nuevo proceso y al acuerdo que se dio a conocer el reciente lunes en el Parlamento, que sin duda es un gran logro para retomar el camino de estabilidad, crecimiento, mayor participación y justicia que necesita Chile.

Este es el prisma con el que se requiere mirar lo que se logró el lunes: es el espacio que abre una ventana que permita grandes acuerdos en torno a las reformas tributaria y de pensiones, para combatir la delincuencia y el narcotráfico y para abordar con sentido nacional el tema de La Araucanía. En otras palabras, una forma de volver a empezar.

Por Juan Carvajal, periodista y ex director de la Secom

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