Columna de Juan Ignacio Brito: Boric: ¿reflexión en serio?
“Vale la pena reflexionar respecto de nuestras actuaciones pasadas”. La promesa del Presidente debe ser tomada en serio. Porque no se trata de cambiar de piel como quien cambia de camisa, sino de poner a prueba las convicciones que lo llevaron a estar donde hoy está.
Gabriel Boric parece creer más en el valor de las palabras, los gestos y las señales que en la fuerza de los hechos. Eso explica que a menudo se convierta en un comentarista del acontecer nacional, en lugar de ser un protagonista del mismo. Si su promesa reflexiva es sincera, deberá traducirse en el abandono de esa actitud para pasar a operar en lo concreto, con decisiones basadas en el análisis profundo de su conducta. No se trata de exigirle que pida perdón, sino de que se cuestione de verdad y actúe en consecuencia. Un ejercicio difícil que demanda virtudes que hasta ahora no ha mostrado: prudencia y humildad.
Uno de los puntos sobre los que debe reflexionar el Mandatario es su postura ante la violencia y el deterioro institucional. Boric y su generación amanecieron a la vida política a través de las vías de hecho, promoviendo tomas, paros y marchas que a menudo degeneraron en agresiones y desafíos a la autoridad. Él mismo impulsó la toma de la Facultad de Derecho de la Universidad de Chile; celebró la muerte de Jaime Guzmán y viajó a París a visitar a uno de sus asesinos; presentó sus respetos al “comandante Ramiro”; se comprometió a defender el “legado del FPMR”; evadió los torniquetes del Metro; exigió “refundar” Carabineros; gritoneó a militares en la Alameda; condenó “sin matices” al policía que mató en defensa propia a un individuo que lo atacó con machetes en Panguipulli; aprobó los retiros de los fondos de pensiones y fue un opositor inclemente que abusó de la acusación constitucional. Su benevolencia con el uso ilegal de la fuerza y en favor del desgaste institucional explica muchas de las dificultades que hoy enfrenta en La Moneda.
La reflexión también debe llevarlo a replantearse el uso constante del conflicto para la obtención de sus objetivos políticos. Boric recurrió en el pasado a la exacerbación de las contradicciones sociales, la agudización de los conflictos y la altura moral. Una reflexión seria debería conducirlo hoy a criticar ese modo de operar divisivo.
Guitarra en mano, Boric debe comprender que ayudó a instalar el desprestigio institucional, la falta de respeto por la autoridad y el clima odioso que ahora le dificultan hacer su trabajo.
La constante duda con el Presidente es si realmente entiende que el proceso reflexivo que anunció no debe limitarse apenas a un par de gestos emocionales que le permitan superar un momento complejo. Si la introspección que proclama es real, Boric está entrando en aguas profundas que lo llevarán a encrucijadas quizás impensadas para él.
Por Juan Ignacio Brito, periodista
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