Columna de Juan Ignacio Brito: Derecha a secas, el todo y las partes

Republicanos, libertarios y socialcristianos enfrentan una posibilidad inédita en las elecciones de fin de año. Aprovecharlas en todo su alcance, sin embargo, requerirá actos de generosidad y una visión que no han sido característicos de la derecha a secas, un sector político que en muchas ocasiones parece valorar más la pureza ideológica y los proyectos personalistas que la vocación de mayoría. Ahora que tiene una oportunidad abierta, recaer en los pecados de siempre sería un error que podría condenar a sus partidos y liderazgos a seguir siendo actores de reparto.
Por primera vez en largo tiempo, hoy las tres almas de la derecha a secas tienen colectividades que los representan: el conservadurismo liberal de los republicanos, el impulso libertario del PNL y las difusas tendencias socialcristianas del PSC han encontrado hogares políticos y liderazgos con proyección nacional. Existen coincidencias programáticas importantes entre ellos, aunque también diferencias que deberían ser conversadas y establecidas desde un comienzo, para evitar malentendidos y fijar líneas que no deben ser cruzadas. Esa diversidad supone una ventaja para entusiasmar a un electorado amplio con una plataforma propositiva que ofrezca una visión de país que alimente la esperanza y vaya más allá de las lamentaciones y acusaciones que han sido hasta ahora los argumentos principales de ese sector.
Hay mucho que ganar para estas tres colectividades si logran organizarse en una coalición que promueva el todo respetando la sensibilidad de cada una de las partes. Si deciden ir unidas en toda la línea, pueden aspirar a transformarse en una fuerza electoral de relevancia y construir desde allí para competir con posibilidades.
Conseguirlo supone sacrificios y no es claro que quieran hacerlos. Poseen liderazgos que han maleducado a sus seguidores al confundir la defensa de las convicciones con la intransigencia dura. A lo largo de su trayectoria, han mostrado tendencia al faccionalismo en busca de proyectos ideológicamente puros y personalistas. Sobre todo, han exhibido una vocación de minoría que es necesario trascender, pues conspira contra la posibilidad de atraer a mayorías que les permitan conquistar el poder.
Despreciada por un sector de la centroderecha y temida por otro que ve en ella una competencia directa, la derecha a secas debe comprender que su única posibilidad seria de aspirar a las grandes ligas es unirse en una coalición electoral y política de largo plazo que les ofrezca la probabilidad de gobernar. Ello significa, por supuesto, definir una lista parlamentaria y una candidatura presidencial únicas. La formación de una coalición le permitiría ganar relevancia colectiva a costa de la de sus componentes. A veces, el beneficio del todo es superior a la ventaja individual de las partes.
Por Juan Ignacio Brito, periodista
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