Columna de Juan Ignacio Brito: La canciller y la fronda diplomática

CONSEJO DE GABINETE


Todo sugiere que ya viene el remezón de gabinete. Una que parece estar esperándolo con ansias es Antonia Urrejola, quien no oculta su incomodidad con la pesada carga que tan mal ha llevado sobre sus hombros en el último año.

Su nombre figura en todos los listados de ministros que partirían, aunque hay que reconocer que muchos de los errores en política exterior son achacables a su jefe. Él fue quien criticó sin saber al rey de España, no reconoció a John Kerry sentado a dos metros, dejó plantado al embajador de Israel y se salió de madre criticando a Perú en la Celac. El Mandatario no le ha hecho fácil las cosas a la ministra. No solo con sus caídas de amateur, sino también, por ejemplo, con la designación en la Subsecretaría de Relaciones Económicas Internacionales.

También es necesario admitir que a la inexperta Urrejola no le han perdonado una y que ha debido enfrentar a una casta particularmente excluyente. Nuestra “política exterior de Estado” (dígase con voz seria y engolada) ha permanecido desde hace décadas en manos de un grupo bastante cerrado de “expertos”. Estos no acogieron a una afuerina que cometió una falta inexcusable: rehusó besarles las manos a los sospechosos de siempre. Ahora ellos le pasan la cuenta y la ministra, al parecer, ha tirado la toalla. La fronda diplomática espera que el Presidente corrija el rumbo ahora que asoma en el horizonte próximo un ajuste de gabinete.

A lo que aspira esta nomenklatura no es solo a un cambio de nombre en la Cancillería, sino también a que las cosas vuelvan a ser comme il faut. Tras descuerar sin piedad a la neófita ministra, ahora alimentan la expectativa de que el reemplazante provenga de sus filas.

Un cambio como el que quieren los “expertos”, no nos salvará de nuevas meteduras de pata. Urrejola ha tenido poco tiempo y un sinfín de traspiés, pero jamás incurrió en errores tan gruesos como los que cometieron nuestros expertos al dormir la siesta mientras Torre Tagle nos anticipaba y construía un caso para la soberanía marítima, Argentina se avivaba con la plataforma continental o Evo Morales lanzaba una ofensiva por el acceso soberano al Pacífico que nos tuvo a la defensiva por más de una década. No es que estos tipos sean precisamente unos Metternich.

Si es pragmático y pretende ahorrarse conflictos en un ámbito donde el imperio sin contrapeso de la nomenklatura siempre los evitó, el Presidente Boric pondrá en la Cancillería a “un experto reconocido” que deje contentos a “los expertos reconocidos”. La ministra Urrejola probablemente volverá a lo suyo y será recordada apenas como una anécdota desagradable más en un gobierno plagado de ellas. La pregunta es si el cambio servirá primordialmente a los intereses de Chile o a los de un grupo que se siente dueño de nuestras relaciones exteriores.

Por Juan Ignacio Brito, periodista

Comenta

Los comentarios en esta sección son exclusivos para suscriptores. Suscríbete aquí.