Columna de Juan Ignacio Brito: Lección de humildad para un iluminado

Jackson  Gas


Gracias a que su generación aborda los temas con “un poquito menos eufemismo y con más franqueza”, el ministro Giorgio Jackson dejó en claro una vez más el repudio del Frente Amplio respecto de los famosos 30 años. Según lo que afirmó en una entrevista, no se trataría solo de una época plagada de neoliberalismo heredado de la dictadura militar, sino también de una era cuyos liderazgos políticos habrían sido moralmente inferiores. La generación actual posee una escala de valores y principios “distinta”, dijo el secretario general de la Presidencia.

Con mayor tino y menor franqueza, el Presidente Gabriel Boric salió a corregir a su amigo/ministro, pero el daño ya estaba hecho. Resulta fácil comprender por qué Jackson ha tenido un aterrizaje tan rudo en La Moneda si se atiende el contenido y el sentido de sus palabras. Para sus interlocutores políticos debe resultar difícil negociar con una autoridad que los mira desde el elevado púlpito de la superioridad moral. A nadie le sale fácil dialogar con un iluminado.

Quizás haya que aclararle a Jackson que, incluso si fuera cierto que es una virtud, la juventud es por definición pasajera. Y si a lo que se refirió es que la generación sub40 que nos gobierna es mejor que la anterior, lo único que puede recomendársele es que espere. Muchos han llegado con ilusión y la han ido perdiendo en el camino, terminando trasquilados. No le vaya a pasar como a aquel personaje de La Guerra de Galio de Héctor Aguilar Camín que tuvo una “juventud deslumbrante, madurez negociada, vejez aborrecible”. Porque lo cierto es que lo único que tiene a su favor Jackson para juzgar a los que hicieron las cosas antes que él es la ventaja de la edad: debido a su corta experiencia, él no ha pasado todavía por las pruebas que debieron encarar los que le antecedieron. Una mínima humildad debería llevar al ministro a considerar que, a lo mejor, con el paso de los años, él y sus compañeros de generación al final se parecerán mucho a lo que hoy critican.

En todo caso, algunas promesas de la generación de Jackson tampoco han resultado virtuosas. El ministro tiene memoria selectiva. ¿Recuerda el caso de Karina Oliva y cómo hubo que evitar que siguiera hablando cuando sus revelaciones comenzaron a salpicar a líderes frenteamplistas de mayor calado, incluida la campaña de Gabriel Boric?

Tras la indignación que generaron sus declaraciones, Jackson se ha disculpado. Pero lo ha hecho de esa manera confusa que usan los políticos de siempre, de su generación y las anteriores: sin reconocer el problema de fondo y achacando todo a una mala selección de palabras, a la forma. Después de todo, quizás Jackson no es tan distinto como él cree respecto de los políticos de antes. El joven iluminado ha recibido una lección forzosa de humildad.

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