Columna de Juan Ignacio Brito: Oportunidad única para la derecha

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La derecha vive un momento estelar. Tiene la posibilidad de influir por décadas en el diseño institucional del país. La manera en que administren los republicanos y Chile Vamos los dos tercios que manejan en el Consejo Constitucional puede resultar clave para el futuro político del país.

Se habla de que el péndulo se ha desplazado a la derecha, tal como antes se inclinó hacia la izquierda. Lo que no se subraya es por qué. El electorado se movió hacia la derecha porque la izquierda se farreó una oportunidad irrepetible. En Chile ocurrió tal como escribió Joseph de Maistre hace dos siglos: los peores enemigos de la revolución no fueron los reaccionarios, sino los jacobinos y sus excesos. El infantilismo de una izquierda afiebrada pavimentó la ruta para el escenario actual.

Ahora depende de la derecha que el ciclo electoral favorable no dure solo un par de elecciones, como le ocurrió a la izquierda con el plebiscito de entrada y los comicios para la fracasada Convención Constitucional. Si pretende aprovechar el viento de cola que la impulsa desde septiembre, debe seguir el consejo del Presidente de la República y no cometer los errores de la izquierda refundacional.

El triunfo aplastante de la derecha republicana se debió a que persistió en un camino, un discurso y un estilo que muchos de los que hoy aplauden criticaban hasta hace poco como “extremo”. Los republicanos trabajaron en silencio, fortalecieron el partido, penetraron el mundo popular, recorrieron sin aspavientos el país y atendieron los problemas cotidianos de la ciudadanía, con una propuesta que no maquilló su postura ante el proceso constitucional.

Un coro de “expertos” les dice hoy lo que deben hacer. Se da la curiosidad de que muchos de ellos resultaron perdedores el domingo. Pero sería una insensatez que los republicanos hicieran a un lado lo que han construido para transformarse en una mala copia de la derecha tradicional, la misma a la que derrotaron por paliza el domingo gracias a que ella ha vivido acomplejada por demasiado tiempo.

Eso no significa, por supuesto, que los republicanos no deban negociar y construir, donde se pueda, consensos lo más amplios posibles. Pero ser desleal con el ideario propio para llegar a un mal acuerdo es un pésimo negocio (RN, la UDI y la DC lo saben).

Si aprovecha con sabiduría esta coyuntura, la derecha liderada por los republicanos puede hacer de un par de triunfos circunstanciales un clivaje permanente en la construcción de un nuevo ciclo político, de la misma manera que ocurrió con el triunfo del No en 1988, gracias a la habilidad y prudencia de la Concertación. Si no lo consigue, la derecha recordará pronto este momento tal como la izquierda contempla ahora el “período octubrista” de 2019-2021: como una oportunidad perdida.

Por Juan Ignacio Brito, periodista

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