Columna de Juan Ignacio Brito: Putin, Boric y el mundo actual
¿Es Vladimir Putin de derecha? La interrogante surgió después de que el Presidente Boric señalara que en Europa y Estados Unidos “el régimen de Putin está más bien aliado con las fuerzas de ultraderecha”. Sin nombrarlos, el mensaje iba dirigido a sus aliados comunistas, víctimas, según se desprende de lo que dijo el Mandatario, de un “malentendido histórico” al seguir viendo a Rusia como un “referente de izquierda”.
Sin embargo, podría decirse que es justamente en la pregunta de Gabriel Boric donde asoman algunos malentendidos, y que ellos están más bien en la mente de quien conduce las relaciones exteriores del país.
Desde la perspectiva chilena, la respuesta a la pregunta si Putin es de derecha debería ser un rotundo “da lo mismo”. Porque lo que hace peligroso a Putin no es su ubicación en el espectro político tradicional, sino una actitud que lo identifica con otros países que poseen modelos muy diversos: Putin está insatisfecho con la actual distribución de poder en el sistema internacional y quiere desafiarla a toda costa. Por eso el “derechista” Putin se abraza con el comunista Kim Jong-un, compra armas a los mullahs de Irán, declara su “amistad eterna” con el autoritarismo modernizador chino, firma convenios con la narcodictadura socialista venezolana y mantiene relaciones más que cordiales con las democracias-símbolo del llamado Sur Global: Sudáfrica, India y Brasil. Con mayor o menor intensidad, todos esos países son disidentes del orden liberal internacional encabezado por Estados Unidos y desearían habitar en un mundo de carácter multipolar.
Tampoco es raro que Putin se sienta cómodo con lo que Boric denomina “ultraderecha” en Europa y Estados Unidos. Esos partidos también están insatisfechos con el modelo liberal y pretenden cambiarlo. Como ha sostenido el cientista político norteamericano Steven Levitsky (coautor de Cómo mueren las democracias), la lectura izquierda/derecha ya no sirve para entender la política actual. Hoy, indica, el clivaje viene dado por la diferencia entre cosmopolitas y nacionalistas.
Resulta curioso que un político generacionalmente distinto como Boric vea la política con un enfoque de Guerra Fría. La oblicua crítica a sus socios comunistas contiene, en realidad, el mismo anacronismo que denuncia. Lo que el Mandatario parece no advertir es que el PC chileno apoya a Putin no solo por una trasnochada nostalgia soviética, sino fundamentalmente por la misma razón que el Presidente ruso abraza a chinos, iraníes, norcoreanos, venezolanos, sudafricanos, brasileños e indios: están insatisfechos con el orden mundial y ven en Putin a un rebelde como ellos. Es llamativo que la persona que dirige nuestra política exterior no comprenda a cabalidad las lógicas predominantes del sistema internacional en que esta ha de desenvolverse.
Por Juan Ignacio Brito, periodista