Columna de Juan Pablo Escudero: La paradoja de la permisología y el planeta

La paradoja de la permisología y el planeta
La paradoja de la permisología y el planeta


La “permisología”, el largo proceso burocrático requerido para obtener los permisos necesarios para desarrollar un proyecto de inversión, ha sido sindicada como una de las causas de la paralización económica. Pero el problema es todavía más profundo: la permisología perjudica al planeta.

El objeto de los permisos ambientales es que los proyectos de inversión se ejecuten conservando el medio ambiente y resguardando la participación ciudadana. Sin embargo, enfrentar el cambio climático requiere dejar de emitir combustibles fósiles. En este escenario, se debe invertir urgentemente en proyectos de generación de energías limpias, aumentar sustantivamente el almacenamiento y la disponibilidad de baterías, y especialmente, construir más líneas de transmisión.

El actual diseño de nuestro sistema de permisos no da abasto para los desafíos climáticos. Estamos enfrentando un problema del siglo XXI con herramientas del siglo XX, impidiendo el desarrollo de los proyectos y la infraestructura necesaria para enfrentar el calentamiento global. Las dinámicas ambientales y económicas, así como las urgencias y necesidades han cambiado tan radicalmente que se requiere una modificación urgente al sistema de evaluación ambiental, acelerando y simplificando la tramitación de los permisos ambientales y sectoriales, de manera que pueda haber una aprobación expedita, sin desatender los objetivos de participación y protección ambiental.

¿Cómo se logra este objetivo? Lamentablemente, no tengo la respuesta, pero es imprescindible discutirlo ahora, antes de que sea demasiado tarde. Algunas ideas podrían ser establecer normas especiales de obtención de permisos para proyectos que sean definidos como necesarios para la transición energética y la adaptación al cambio climático, limitando sus instancias de reclamación, acortando los tiempos de tramitación y centralizando la toma de decisiones.

Si bien las emisiones de gases de efecto invernadero de Chile representan un ínfimo porcentaje de las emisiones globales, es uno de los países más expuestos a las consecuencias del cambio climático, por lo que no podemos depender únicamente de las acciones del resto escudándonos en que no somos los responsables. Todos los esfuerzos son necesarios y urgentes, aun cuando provengan de quienes emitimos menos.

Por otra parte, es innegable que muchas de las tecnologías necesarias para la electrificación mundial requieren de minerales y condiciones naturales que Chile posee, como cobre, litio y energías limpias. Así, la adopción de estas medidas no solo es imprescindible para el futuro del planeta, sino que puede aportar al desarrollo del país, para prepararnos mejor a los desafíos climáticos del futuro.

Es claro que esta idea podrá disgustar a algunos, sobre todo a los directamente impactados, para quienes hay que establecer mejores mecanismos de compensación y participación en las eventuales utilidades de los proyectos que se ejecuten.

Aceptar esta agilización conlleva sacrificios locales en pos de un objetivo común, de largo plazo y a veces difuso. Al parecer, tendremos que saber vivir con la infraestructura en nuestro patio trasero, lo que es preferible a perderlo todo si es que nos mantenemos en el inmovilismo. El viejo mantra ambientalista del “no al proyecto x” ha pasado de ser causa legítima a una consigna mezquina frente a los desafíos que enfrentamos.

Aunque a muchos les sorprenda, este debate está ganando protagonismo en todo el mundo, con el liderazgo de activistas, académicos y políticos ligados al mundo ambientalista y de la acción climática, y no por quienes buscan desarrollar proyectos. Cada vez hay mayor conciencia del sentido de urgencia que hay que darle a la mitigación y adaptación al cambio climático, urgencia que choca con los lentos paradigmas de los instrumentos ambientales vigentes. El momento de resolver el problema de la permisología es ahora, no solo por el futuro económico de Chile, sino por una responsabilidad con el planeta que habitamos.

Por Juan Pablo Escudero T. colaborador asociado Horizontal. Abogado en Emmett Institute on Climate Change and the Environment, UCLA Law

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