Columna de Juan Pablo Sims: Elecciones europeas
A medida que Chile navega su camino hacia la “normalización”, es fundamental destacar la fragilidad de dicho proceso en virtud de las implicancias del contexto internacional. En esa perspectiva, las decisiones de las grandes potencias siempre tienen consecuencias en los actores periféricos, como toda la región latinoamericana.
En ese sentido, como chilenos, ya estamos acostumbrados a leer constantemente titulares sobre los potenciales efectos de líderes estridentes tales como Donald Trump en EE.UU. y la tensión que generan con otros gigantes, en particular China. No obstante, sería poco prudente subestimar la relevancia de Europa en esta ecuación.
Las elecciones de la Unión Europea (UE), aunque aparentemente distantes, tienen importantes implicaciones para Chile. Una Europa políticamente estable y económicamente robusta es beneficiosa para Chile. Por ejemplo, en términos comerciales, adhesión a las normas internacionales y esfuerzos cooperativos contra el cambio climático, Europa es un aliado fundamental.
La UE es uno de los socios comerciales más importantes de Chile, con un comercio bilateral que ascendió a más de 19 mil millones de dólares en 2022, según datos del Banco Central de Chile. Las exportaciones a la UE incluyen cobre, vino y frutas.
Por desgracia, en los últimos cinco años, la UE ha enfrentado considerables desafíos, incluidos el Brexit, la pandemia de Covid-19 y las tensiones geopolíticas que han llevado a tener una cruda guerra en sus fronteras. Sin embargo, las actuales autoridades europeas han logrado circunnavegar las turbulentas aguas de la política comunitaria, consiguiendo aunar esfuerzos en torno a temas espinosos, tales como rechazar las acciones de Putin en Ucrania y mantener una política centrada en el libre comercio.
Por consiguiente, la estabilidad europea no es solo una cuestión de interés en política exterior, sino una necesidad estratégica para el futuro de Chile. En esa perspectiva, el virtuoso camino que se empieza a vislumbrar para Chile, que finalmente ha vuelto a crecer, a pesar de todas las interrogantes que aún existen al respecto, se podría ver fácilmente interrumpido por shocks externos, como una posible presidencia de Donald Trump, guerras comerciales o inestabilidad con socios comerciales clave.
Las elecciones al Parlamento Europeo, que tienen lugar entre el 6 y el 9 de junio, aunque no captan un interés generalizado, son cruciales para la estabilidad de Europa. Estas elecciones configuran el panorama político de la UE, influyendo en su enfoque hacia temas críticos como el comercio, la defensa y la política climática.
El próximo ciclo electoral europeo está lleno de desafíos significativos, con la aparición de nuevas fuerzas de derecha, la potencial fragmentación política y la dificultad para elegir a la Comisión Europea, lo que significaría una potencial paralización de las instituciones en Bruselas. En esa línea, la derecha no convencional, representada por figuras como Marine Le Pen, Giorgia Meloni y Viktor Orbán, está ganando terreno, lo que dificultará la formación de una coalición cohesiva en el Parlamento Europeo.
Esta parálisis es particularmente problemática dada la necesidad de tomar acciones decisivas en cuestiones críticas como la guerra en Ucrania y las tensiones comerciales con China y potencialmente con EE.UU. En consecuencia, si no surge una coalición sólida que logre darle gobernabilidad a la UE, ésta probablemente enfrentará una época particularmente turbulenta.
Por desgracia, dicha turbulencia indudablemente golpeará a Chile, dado que dependemos de la estabilidad de los gigantes mundiales, y más allá de EE.UU. y China, la Unión sigue siendo un socio fundamental.
Por Juan Pablo Sims, Centro de Estudios de Relaciones Internacionales, Universidad del Desarrollo
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