Columna de Julieta Suárez-Cao: La urgencia de reformar el sistema político
Frente a los sucesivos fracasos constitucionales, hay un consenso importante sobre la necesidad de reformar el sistema político, ahora desde el Congreso. Sin embargo, estas reformas son las más complejas de realizar en los parlamentos, ya que las mismas personas que llegaron a ocupar sus lugares con las viejas reglas, son las encargadas de establecer las nuevas normas. Esto puede ayudar a entender las noticias de esta semana acerca del sigilo en las negociaciones sobre las propuestas de reforma.
Así, es preocupante que entre los nombres de las personas mencionadas por la prensa no haya representantes de la ciencia política, de ninguna sensibilidad política, y solo figure apenas una mujer. Esto puede explicar por qué los parlamentarios continúan porfiando en reformas demagogas que fracasaron en el borrador del Consejo Constitucional, como el achicamiento del tamaño de la Cámara y de los distritos. También explica la lamentable ausencia de la paridad de género, dejando a Chile con una cuota ineficiente que solo alcanzó mejores resultados en 2021, gracias a la nominación competitiva de mujeres en la coalición de izquierda, pero que no se replicó en el resto de los pactos. Sin mencionar la situación paupérrima de la representación de mujeres a nivel local y regional. Parece ser que en el Congreso no están escuchando a expertos (mucho menos a expertas) y esto siempre siembra la duda de que estén legislando para sus propios intereses.
En lo relativo a sistema político, el diagnóstico de los problemas es compartido transversalmente: una fragmentación de partidos sin raigambre social ni ciudadana, la excesiva personalización de la política, base tanto del discolaje como de la volatilidad de los acuerdos. Las soluciones a estos déficits democráticos, por otro lado, no gozan del mismo acuerdo. Hay medidas interesantes entre las que llegaron a los medios, como la institucionalización de las bancadas y la concurrencia de elecciones legislativas con la segunda ronda presidencial. Sin embargo, ninguna de las mencionadas se hacen cargo de los problemas principales, se mantienen las listas abiertas y la coaliciones, que son fuente de fragmentación, y se vuelve a insistir con el maquillaje del umbral.
Si Chile quiere un sistema político que funcione debería escuchar a la evidencia y a las diversas disciplinas que tienen expertise en el tema. Es evidente que las limitaciones del sistema político no se solucionarán por arte de magia institucional y que es necesario que los partidos vuelvan a retomar su rol de representantes legítimos de la ciudadanía, pero con visiones sesgadas que lleven a reformas institucionales ineficaces, se corre el riesgo de generar aún más problemas de los que se quieren solucionar.
Por Julieta Suárez-Cao, Instituto de Ciencia Política UC y Red de Politólogas