Columna de Leonardo Hernández: Pacto Fiscal: Buscando un equilibrio entre equidad, eficiencia y crecimiento
Cuando se habla de alcanzar un pacto en materia fiscal, luego de un intento fallido de reforma tributaria impulsada por el gobierno, al menos cuatro dimensiones de este tema aparecen como relevantes para la discusión.
Primero, existe una necesidad urgente de contar con reglas del juego estables, pues los países no progresan si éstas están en permanente cambio. No podemos seguir en esta lógica de cambiar las reglas tributarias cada cuatro años o menos. Los casi cuatro años de discusión de reforma constitucional, con sus efectos negativos sobre inversión y crecimiento, nos debieran bastar en materia de inestabilidad institucional.
Segundo, debemos concluir o a lo menos pausar por un tiempo, la discusión sobre si la carga tributaria de Chile es razonable dado nuestro grado de desarrollo. Al respecto cabe destacar que los ingresos tributarios del Gobierno General, esto es, el Gobierno Central más los municipios, alcanzó en 2022 un 22,75% del PIB. Esto significa que más de un quinto de todo lo que se produce en Chile va a las arcas fiscales (parece harto, ¿o no?). Más importante aún es el hecho que los ingresos tributarios del Gobierno Central y de las Municipalidades, sumados y como porcentaje del PIB, aumentaron en un 60% entre 1990 y 2022, de un 14,22 a un 22,75% del PIB. Cabe notar que en este período el PIB creció un 296% (se cuadruplicó); o sea, no sólo creció el tamaño de la torta, si no que la porción que se lleva el Estado aumentó significativamente.
Tercero, los sucesivos escándalos de mal uso o malversación de fondos públicos, en municipios, ministerios, gobiernos regionales, instituciones de la defensa nacional, por nombrar algunos ejemplos, dejan de manifiesto la escasa capacidad del Estado para administrar y controlar el buen uso de estos recursos.
Cuarto, con tasas de impuesto corporativo de 25%-27%, personales de hasta 40% y de IVA de 19%, surge la duda de cuánto incentivan estos niveles de tasas la evasión y la elusión; esto es, si no estaremos ya en la parte decreciente de la curva de Laffer, donde aumentos en las tasas de los tributos podrían resultar en una menor recaudación por erosión de la base tributaria.
Todo lo anterior parece sugerir que hay poco o nulo espacio para seguir subiendo la carga tributaria, en particular por la vía de aumentar las tasas impositivas que se encuentran cerca de su límite superior. Esto es especialmente cierto si consideramos que en Chile un 75% de las personas están exentas de impuesto a la renta y un 77% de las propiedades de impuesto territorial (contribuciones). Así las cosas, debemos plantearnos seriamente la necesidad de terminar programas mal evaluados y eliminar bolsones de ineficiencia y la posibilidad de malversar fondos públicos. Esto es un deber ético. Por el contrario, debemos discutir seriamente la posibilidad de aumentar la base tributaria eliminando tramos de renta y propiedades exentas. Lo anterior debe ir acompañado de medidas que incentiven el crecimiento y reduzcan la incertidumbre sobre las reglas del juego futuras.
Por Leonardo Hernández, Escuela de Admimistración UC y Clapes UC
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