Columna de Leonardo Hernández: Pensiones, ¿cuál será el marcador final, 4-2 ó 2-4?

Reforma previsional


Uno de los temas más controvertidos en la discusión sobre la reforma de pensiones es cómo se distribuye el alza en la tasa de cotización de 10% a 16%. Mientras el gobierno aspira a que 4 puntos porcentuales vayan al fondo integrado de pensiones (FIP), para subir los montos de las actuales pensiones y las de aquellos que están próximos a jubilar, y sólo 2 puntos vayan a las cuentas de capitalización individual de los actuales cotizantes, la oposición aspira a justo lo contrario, que sólo 2 puntos vayan al FIP y 4 puntos a las cuentas personales de los trabajadores –aunque hay una posición aún más extrema en la oposición: que todo el aumento de 10% a 16% vaya a las cuentas individuales–. Otro grupo de legisladores ha propuesto una distribución igualitaria: 3% al FIP y 3% a las cuentas de los cotizantes ¿Por qué importa el resultado final en el marcador? Porque lo que está en juego es la pensión futura autofinanciada –esto es, la que se logra con ahorros propios– de los actuales cotizantes del sistema, en particular de aquellos de clase media que no recibirán beneficios del FIP. Veamos un ejemplo. Supongamos una persona que cotiza el

10% de su sueldo por 40 años (de los 25 a los 65 años de edad) sin interrupciones o lagunas y luego vive otros 25 post retiro (fallece a los 90 años). Su salario real crece 2% por año y la rentabilidad que obtiene sobre sus ahorros previsionales es de 3% real anual. Con estos valores, todos consistentes con el desempeño de la economía chilena del último tiempo, esta persona podrá optar a una pensión que representará un 31,1% aprox. de su último sueldo; esto es, su tasa de reemplazo (TR) será de 31,1. Si el porcentaje de su sueldo que va a su cuenta individual sube a 12%, su TR será de 37,3%. Si lo que va a su

cuenta individual alcanza el 14%, entonces su TR será de 43,5%. Y si el aporte a la cuenta individual sube a 16%, su TR será de 49,7%. O sea, para tener un efecto importante en las TR futuras de los cotizantes más jóvenes, la mayor parte del alza en la tasa de cotización debería ir a las cuentas individuales. La propuesta del gobierno, que busca financiar una promesa de campaña con los ahorros de los trabajadores que cotizan, es a costa de las futuras generaciones de jubilados; o sea, pan para hoy y hambre para mañana. Esta propuesta, además, generará incentivos a la informalidad laboral; esto es, menos personas

cotizarán para su vejez y serán más los que demandarán una ayuda estatal en el futuro. De hecho, además de la baja tasa de cotización actual (10%), otra causa importante de las bajas pensiones es la baja densidad de cotización de los pensionados (59% para hombres y 49% para mujeres, en promedio). Lo que propone el gobierno es como pedirle al comercio establecido que pague una sobretasa de IVA, para ayudar al comercio ambulante a salir de su situación de precariedad. La ayuda a los actuales pensionados y quienes están prontos a jubilar, por cierto necesaria, debería financiarse con ingresos generales de la nación, no gravando al trabajo formal, porque esto tiende a exacerbar y perpetuar el problema de las bajas pensiones en el largo plazo.

Leonardo Hernández, Escuela de Admnistración UC y Clapes UC.