Columna de Leonardo Hernández: Presupuesto 2024: alertas amarillas
Si usted conduce un auto no demasiado antiguo, posiblemente reconocerá una luz amarilla en el tablero que le indica cuando queda poco combustible, la que se enciende cuando sólo queda la reserva. Un conductor precavido rara vez habrá visto encenderse esa luz, ya que siempre mantiene su estanque con bencina para no sufrir la “panne del tonto”.
La experiencia nos ha enseñado que las finanzas públicas deben manejarse con la misma prudencia: debe haber “colchones” para absorber emergencias, ya sea en la forma de activos o líneas de crédito, y no debe gastarse más de lo que se tiene en tiempos normales. Bajo esta lógica se instauró en Chile la regla de balance estructural o balance cíclicamente ajustado, uno de cuyos padres es el actual ministro de Hacienda, y se crearon los fondos soberanos, en particular el Fondo de Estabilización Económica y Social, FEES. Este último sirvió para paliar los efectos de la crisis subprime en 2009 y de la pandemia en 2020-2021 (en el primer caso el FEES bajó de MM US$ 20.211 en 2008, a MM US$ 11.285 en 2009, y en el segundo de MM US$ 12.233 en 2019, a MM US$ 2.457 en 2021). O sea, el FEES cumplió el objetivo para el cual fue creado. Si bien en 2022 el FEES se recuperó parcialmente llegando a MM US$ 7.514 (en agosto 2023 estaba en MM US$ 5.905), en ningún año post crisis subprime el FEES volvió a recuperar el nivel que tenía en 2008. Mientras, la deuda bruta del gobierno central ha aumentado sostenidamente, de MM US$ 7.094 en 2007 (3,9% del PIB), a MM US$ 116.021 en 2002 (38% del PIB). O sea, nos hemos ido gastando “la reserva”.
Así las cosas, sorprende que el gobierno presente un presupuesto 2024 donde el gasto público crece 3,5% -en un escenario de nulo crecimiento este año y un crecimiento que estará posiblemente bajo el 2% el próximo- y se busque emitir deuda por otros MM US$ 21.000, alcanzando la deuda bruta un 41% del PIB. Es cierto que parte de esa emisión es para refinanciar pasivos que vencen el 2024, pero se está pagando deuda con deuda -no se está rebajando el nivel de endeudamiento-. Si a lo anterior se suma el compromiso implícito del Estado por la deuda de empresas públicas de un 9,2% del PIB (tema que ha salido a la luz debido a la situación de endeudamiento de Codelco), es comprensible que diversos agentes y el Consejo Fiscal Autónomo levanten alertas al acercarse la deuda del gobierno central al umbral de 45%.
En resumen, se está acabando la reserva del estanque de bencina. Es momento de prender WAZE y buscar una estación de servicio para cargar combustible. Nos hemos gastado las holguras o “colchones” y se están prendiendo las luces amarillas. No basta con argüir que estamos gastando menos bencina que el consumo de los últimos 50 kilómetros porque vamos de bajada; es momento de revertir la tendencia y pensar en agregarle bencina al estanque. El deterioro de nuestros fundamentos macroeconómicos - como ha ocurrido con el deterioro institucional de los últimos años- puede tener un efecto de mediano plazo muy importante en la confianza, la inversión y el crecimiento, restándole fuerza a cualquier elemento reactivador de nuestra economía presente en el presupuesto. La reciente baja de clasificación crediticia de Codelco y de Chile en septiembre de 2022, por parte de Moody´s, debieran ser tomadas en serio.
Por Leonardo Hernández, Escuela de Administración UC y Clapes UC