Columna de Lucía Dammert: El delicado arte de gobernar, el gobierno post elección
La necesidad de diálogo para avanzar en lo Constitucional y la unidad para la gestión de gobierno fueron los dos elementos clave del discurso del Presidente Boric después de una elección marcada por un resultado adverso las dos coaliciones que conforman su gobierno.
Gobernar en coalición es una tarea compleja. Todo por Chile tuvo un resultado estrepitoso, ningún representante en el Consejo Constitucional, y una votación que suma menos de la mitad de los votos nulos. Unidad para Chile, por otro lado, no tuvo un mal resultado, es la coalición con más votación, con 2.8 millones de votos, pero los partidos que la constituyen quedan con una limitada representación. El Partido Socialista logra mayor número de consejeros electos dentro de la coalición, triplicando al Partido Comunista; aunque éste lo supera en votos. El FA, en cambio, lograr un equilibrio entre votos y electos.
El impacto de los resultados en el gobierno son aún inciertos pero esperables. ¿Como se establecerá la capacidad de diálogo y conversación con la oposición en el Congreso para sacar adelante las reformas tributaria y de pensiones? ¿Quién liderará este proceso? Resulta obvio que los perdedores verán impactos en su peso político real, tanto en el liderazgo intra-coalición como intra-gobierno. Es de esperar que las palabras del Presidente consoliden una clara ruta por la gestión, por los resultados, por la evidencia que los avances son sustantivos en las áreas que más preocupan a los chilenos y chilenas.
Pero en menos de 18 meses tendremos dos nuevas elecciones y los partidos buscarán mecanismos para fortalecer sus liderazgos, diferenciarse en aquellas áreas que sean necesarias y evidenciar sus objetivos de futuro. Todo esto puede traer tensiones y redefiniciones en los equipos de gobierno. Si bien no hay tiempo para los ajustes de cuentas, ignorarlos puede hacerlos realidad.
En Apruebo Dignidad, el Frente Amplio que llegó con una capacidad casi mágica de avanzar electoralmente, tendrá que revisar la ansiedad sobre cambios que posiblemente tomarán más tiempo de lo esperado. También mirar con autocrítica decisiones de estos últimos meses que pueden estar en la base de la derrota electoral. El Partido Comunista deberá avanzar con pragmatismo asegurando capacidad de gobierno pero sin enajenar su base social. Aún no es claro como podrá tener un pie en la calle y otro en la moneda.
El Socialismo Democrático llega con un partido fortalecido: el Socialista. El resto ha sufrido el abandono del apoyo popular. Si bien es una foto de un momento puntual, la debilidad que hoy enfrentan esos partidos será evidente a la hora de evaluar su rol en el gobierno. Pero no hay que confundirse, los partidos de la ex Concertación tienen experiencia suficiente para reconstituirse y volver a jugar un rol político relevante en el país.
El principal desafío para la izquierda chilena será mostrar que puede conquistar el delicado arte de gobernar que involucra obras y resultados en medio de procesos políticos no siempre felices. El ajuste político es inevitable, pero requiere mucho menos centralidad en el debate comunicacional y más fortaleza en la construcción de raíces sociales profundas. El profesionalismo en la comunicación y estrategia gubernamental así como la destreza en el logro de los compromisos de gobierno deberán ser los ejes principales para los cambios que vienen.
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