Columna de Luis Larraín: 7 de mayo
Después del 4 de septiembre de 2022, la elección que sepultó la revolución concebida desde la llamada comuna mental de Ñuñoa (Rafael Gumucio), viene ahora la votación del 7 de mayo. ¿Qué nos deparará?
Mi pronóstico es que habrá un terremoto político. Se reacomodarán las capas tectónicas de la política chilena para configurar nuevas mayorías conformes a la realidad que vive Chile. Realidad marcada por el dramático cambio en las prioridades de la gente, que ha sufrido una regresión en su calidad de vida a contar del año 2019 no vista en las últimas tres décadas y que este año ha adquirido ribetes dramáticos. Si bien en los pasados diez años el bienestar de los chilenos permaneció estancado, pues la economía no creció más que la población, incumpliendo expectativas alimentadas por años de progreso sostenido, lo de ahora es distinto: en nuestras ciudades y pueblos (cual más, cual menos) se ha vuelto peligroso salir a la calle porque se corre el riesgo de perder la vida o resultar herido. Ni siquiera permanecer en casa o desplazarse en automóvil salvan a los chilenos de un asalto.
Esta situación altera profundamente las prioridades de la gente. Las necesidades primarias, instinto de supervivencia y protección de la prole, trepan por sobre cualquier otra aspiración, y lo que se exige a las autoridades es orden y seguridad. Si a ello sumamos la debilidad de la economía doméstica por la inflación y medio millón de empleos perdidos desde el 2019 a la fecha, no es extraño que el gobierno de Boric, a poco más de un año de su inicio, no supere el 30% de aprobación.
Es cierto que la votación de la próxima semana es para elegir consejeros constitucionales y que no todos los males son responsabilidad del gobierno, pero el voto de castigo será severo. Primero, porque la gente se siente engañada por promesas que no tenían posibilidades de cumplirse; y, segundo, porque la crisis de orden público encuentra a sus principales responsables entre quienes ayer desde la oposición alentaron la revuelta y desprestigiaron y desarmaron a las policías. La gente no perdona eso.
Así, el 7 de mayo, la derecha y centroderecha tendrán una clara victoria. Republicanos será el partido más votado, seguido probablemente por un partido de centroderecha. Sumadas sus fuerzas, el sector tendrá al menos 30 consejeros de un total de 51 y puede acercarse al 60% de los votos. El oficialismo llegaría a 19 consejeros y cerca de 37%, con predominio del pacto más izquierdista, mientras el PDG tendría 2 o 3 consejeros y cerca del 4% de los votos. Si bien esto puede cambiar en el futuro, augura un nuevo punto de partida para próximas elecciones, más complejidades a la coalición gobernante y una Constitución razonable. Dependerá de la conducción política de la centroderecha consolidar esta posición y de nuevos liderazgos captar un voto de centro huérfano.
Por Luis Larraín, presidente del Consejo Asesor de Libertad y Desarrollo
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