Columna de Luis Larraín: Boric y la soledad del poder
Un ajuste de gabinete se realiza por razones de funcionamiento, carteras que muestran un desempeño deficiente; o por razones políticas, un gobierno incapaz de avanzar o sumido en una crisis, que requiere sumar a más aliados o fortalecer a algunos de ellos. Gabriel Boric tenía todos los ingredientes juntos.
Su decisión, no obstante, no ayuda a estos objetivos. Educación estaba sin rumbo y en esa cartera se pone a un operador político del Partido Comunista (que puede ayudar a desmovilizar a los profesores), pero sin experiencia ni liderazgo para afrontar la delicada situación que vive el país en este ámbito. La crisis de corrupción exigía una señal fuerte y debía prevenir futuros problemas con las investigaciones. La salida de Jackson tenía fuerza motriz propia y Boric opta por castigar a su partido, Revolución Democrática. Sin embargo, deja en su equipo a dos de sus militantes, Javiera Martínez y Miguel Crispi, que debieran desfilar por las fiscalías en el “caso convenios” por actuaciones que pudieron ser habilitantes para traspasos fraudulentos. En los nombramientos de otras carteras, tampoco fue prolijo respecto al “caso convenios”. La nueva ministra de Cultura, Carolina Arredondo, recibió millonarios recursos en su Fundación La Agencia, por tres convenios operando simultáneamente. Por su parte Francisca Gallegos es nombrada en la subsecretaría de Servicios Sociales, luego de ser acusada de presionar a funcionarios de ese ministerio para la firma de convenios con fundaciones. Por último, Carlos Montes se mantiene en su cartera pese al reproche de debida diligencia que puede hacérsele por las actuaciones de seremis dependientes de él en casos de corrupción. Es previsible que la corrupción no salga de la agenda con el cambio de gabinete. El blindaje a Montes ha sido un alto precio para el socialismo democrático, pues éste debió contentarse con ello en lugar de aspirar a mayor poder de decisión en el gabinete luego de la caída de Revolución Democrática.
El premio, en cambio, se lo llevó el Partido Comunista que queda con tres ministerios de primer nivel: Educación, Trabajo y Previsión Social y la Secretaría General de Gobierno, donde se mantiene Camila Vallejo. Pasa así a ser la fuerza más importante del gobierno y pretende llenar el espacio que dejó Giorgio Jackson con su salida. Se acaba así la ilusión de algunos de un gobierno de Boric más moderado. Han ganado los duros, los que no pretenden transar en sus reformas refundacionales, como la de pensiones. Veremos ahora si ceden en esta ronda de negociaciones. Gabriel Boric empieza a sentir la soledad del poder y para afrontar eso, en lo humano, agrega a la presencia de su amiga ministra de la Mujer, Antonia Orellana, la nueva posición de Javiera Toro en el Ministerio de Desarrollo Social: una involución de Boric.
Por Luis Larraín, presidente Consejo Asesor Libertad y Desarrollo
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