Columna de Luis Larraín: La piedra angular
El plebiscito del 4 de septiembre en que habrá de aprobarse o rechazarse el texto constitucional de la Convención atrae todas las miradas. Las encuestas siguen reflejando una clara ventaja de la opción Rechazo, lo que por lógica ha provocado una serie de interpretaciones, jurídicas, políticas y de otra índole, acerca de qué debiera ocurrir el 5 de septiembre si gana el Rechazo.
El Presidente Boric ha sido activo en este debate. Su primera posición hace un par de meses era que simplemente cualquier Constitución era mejor que una redactada por cuatro generales (¿Francisco Vidal, Nicolás Eyzaguirre, Yasna Provoste, Sergio Bitar, quiénes son esos generales?) y, por lo tanto, ganaría el Apruebo. Hace pocos días, sin embargo, señaló en un matinal de la TV que si ganaba el Rechazo entonces lo que correspondía era que se llamara a una nueva elección de convencionales, para que redactaran otro proyecto, lo que provocó reacciones, pues ello contradice el texto expreso de la Constitución, que dice que de triunfar el Rechazo permanece vigente la actual y por lo tanto el poder constituyente vuelve al Congreso y al Poder Ejecutivo. Al calor del debate, Boric intentó una tercera posición cuando dijo que la derecha no tiene un plan para el Rechazo, lo que es contradictorio con su afirmación anterior.
Quien ha sido más claro acerca de lo que procede jurídicamente es Jorge Correa, quien sostiene que si gana el Rechazo el poder constituyente vuelve al Congreso y al Presidente de la República, no solo porque el texto así lo señala, sino por la naturaleza del poder constituyente. Equivocadamente, los convencionales se denominaban a sí mismos “constituyentes”, siendo que no lo eran, pues su tarea era solo elaborar un proyecto que se convertiría en Constitución solamente si era refrendada por el voto popular en el plebiscito del 4 de septiembre.
Correa sostiene que el poder constituyente está sometido a una sola regla, la del quórum; pues todas las demás de la Constitución actual no le obligan ya que precisamente tiene la potestad de alterarlas (son disponibles para él). Así las cosas, la lógica implacable de su argumento nos dice que el Congreso habrá de acordar con el Ejecutivo un procedimiento para elaborar un texto que luego podría someterse a un plebiscito. Ello requiere, por supuesto, una negociación política.
Resulta entonces falso lo que afirma el Presidente Boric de que la única alternativa si gana el Rechazo es el eterno retorno. Lo que de verdad ocurre es que la piedra que desecharon los arquitectos del proceso constitucional es la piedra angular: el proyecto que se vota estos días en el Congreso que permite hacer cambios a la Carta Fundamental con 4/7 de los votos, menos exigentes que los 2/3 y 3/5 vigentes actualmente. Vayan los créditos a Ximena Rincón, Matías Walker y quienes idearon este camino.
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