Columna de Luis Larraín: Los deberes de la oposición

Ossandón - Kast


Las ideas de la derecha pasan por un buen momento en Chile y el mundo. La mayoría comparte la creencia de que el principal rol del Estado es resguardar el orden público; tiene la convicción de que una inmigración descontrolada redunda en aumento de la criminalidad, resta empleos a chilenos y colapsa las prestaciones sociales que puede entregar el Estado; se ha convencido que el crecimiento de la economía impulsado por la empresa privada favorece a todos los chilenos con más empleos; y aboga para que el gobierno solucione problemas sociales urgentes como la oportuna atención de salud. Todo ello llama a un cambio en el gobierno.

Las encuestas presidenciales están reflejando esa preferencia con Evelyn Matthei, Johannes Kaiser y José Antonio Kast encabezando el apoyo popular y también muestran mayorías que se inclinan al centro y la derecha más que al centro y la izquierda. El sueño de los políticos que se han opuesto al gobierno de Boric debiera ser entonces repetir la mayoría del 4 de septiembre del 2022 y acercarse al 60% de la votación en las elecciones presidenciales y parlamentarias de noviembre.

Sin embargo, falta mucho tiempo aún para ello (primarias el 30 de junio) aunque ya hay candidatos que compiten por las preferencias de la población. En este período han surgido desencuentros entre partidos de centroderecha y derecha que culminaron esta semana con la elección de Manuel José Ossandón como presidente del Senado derrotando a Felipe Kast.

Esto hace temer que la mayoría por las ideas de derecha y centro no se manifieste en las autoridades finalmente elegidas, por mala gestión de sus políticos. Ellos tienen una responsabilidad frente a quienes los eligieron y su fracaso en las próximas elecciones sería imperdonable.

El desafío entonces es que los liderazgos políticos de oposición hagan una negociación que permita lograr mayorías, respetando al mismo tiempo las identidades distintas que en ella conviven. Los resultados dependerán no sólo de la unidad de la oposición sino del comportamiento del oficialismo, por lo que es difícil tomar decisiones definitivas ahora.

Me atrevo a adelantar que el mínimo civilizador en la oposición para lograr plasmar una mayoría en el Congreso es la conformación de máximo dos listas parlamentarias, diseñadas además con una coordinación que permita por la vía de la omisión evitar la elección de candidatos oficialistas cuando tengan menos votos; una tarea que debe comenzar ya, con trabajo silencioso pero eficaz.

Respecto a las presidenciales, las encuestas irán diciendo qué candidatos tienen verdadera chance de ganar. En principio, parece recomendable celebrar primarias presidenciales en la oposición (las que sean factibles) sin dejar que la izquierda ocupe todo ese espacio. La unidad, en las palabras y los hechos, será bienvenida por los electores.

Por Luis Larraín, presidente Consejo Asesor de Libertad y Desarrollo

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