Columna de Macarena García: Gatopardo fiscal
Giuseppe Tomasi di Lampedusa, con su célebre frase incluida en el Gatopardo: “Si queremos que todo siga como está, es necesario que todo cambie”, inauguró lo que más tarde se llamó “gatopardismo”, que busca mantener las estructuras del poder mediante aparentes cambios superficiales. Sus aplicaciones no solo quedan en el ámbito de la política, sino que son universales, como sería el caso del mal llamado “Pacto Fiscal” impulsado por el gobierno.
Luego del rechazo de la reforma tributaria en marzo del año pasado, el ministro Marcel solicitó a expertos externos la elaboración de tres informes orientados a buscar nuevas fuentes permanentes de recursos fiscales para la elaboración de una nueva propuesta tributaria. Las áreas requeridas fueron: eficiencia en el gasto, crecimiento económico y cumplimiento tributario. Esta solicitud generó gran expectación, ya que surgió la esperanza de que el contenido de la nueva reforma tributaria sería distinto al rechazado al construirse a la luz de esta nueva información. Sin embargo, una vez conocidos tanto los informes como las nuevas propuestas tributarias, nos dimos cuenta de que, a pesar de que se esperaba que todo cambiara, (casi) nada cambiaría.
Del informe de eficiencia del gasto, hecho por la OCDE, se deduce que habría un ahorro potencial en gasto público de apenas 0,1% del PIB. Aun cuando se valora el intento por avanzar en la eficiencia de este gasto, llama la atención lo reducido del ahorro. Al parecer, (casi) nada cambiará en la gestión de los recursos públicos a pesar de las innumerables y continuas muestras de su mal uso.
Del informe de holgura fiscal por las medidas procrecimiento planteadas por el gobierno, la Comisión Marfán estimó que dichos ingresos fiscales “…tienen grados importantes de incertidumbre”, por lo que hay que considerarlos con mucha cautela. El informe también enfatiza la importancia para el crecimiento del funcionamiento del sistema político y las instituciones, de las exportaciones reales, de la productividad del capital humano (educación) y de la participación laboral femenina. Se valora que la autoridad haya considerado el crecimiento como fuente permanente de ingresos, sin embargo, ninguna de las recomendaciones estructurales de la Comisión Marfán fueron incorporadas en la propuesta tributaria. Nuevamente, (casi) nada cambia.
Del tercer informe, el cálculo de la brecha impositiva, sorprendió la abultada estimación (6,5% del PIB), pero más lo hizo que las medidas para fomentar el cumplimiento tributario sean muy similares a las rechazadas, haciendo caso omiso de que 65% de la brecha tributaria se explicaría por evasión directa e indirecta del IVA. En cambio, las propuestas buscan solo recaudar el 19% de los mayores recursos por brecha del IVA, mientras que un 69% provendrían, sin justificación alguna, del sector formal de la economía -grupos empresariales y altos patrimonios. Otra vez, (casi) nada cambia.
Por desgracia estamos ad portas de perder una gran oportunidad de mejorar efectivamente el sistema tributario.
Por Macarena García, economista senior L y D
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