Columna de Macarena García: ¿Por qué nunca ganó el Coyote?

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En 1949, el animador norteamericano Chuck Jones creó uno de los personajes más célebres de los dibujos animados: el Coyote y el Correcaminos.

El Coyote es un tenaz, hambriento y obsesivo personaje que, gracias a su comodín -marca ACME-, trataba por todos los medios de cazar al pajarraco para comerse el delicioso botín. El gran problema del Coyote es que su insistente y creativa conducta no medía consecuencias y finalmente terminaba en desastrosos resultados.

En la economía también tenemos coyotes que con ideas fijas y buenas intenciones buscan recaudar y comerse el botín. Es de toda justicia hacer que el Coyote fiscal busque una recaudación que le permita satisfacer las necesidades sociales, pero dicha “persecución” debe hacerla con racionalidad y justicia, sumando, pero también restando gastos superfluos, injustos, ineficientes y hasta en algunos casos grotescamente impresentables.

La mayor recaudación no puede basarse en siempre cambiantes requerimientos y necesidades fiscales sin considerar los efectos negativos que esas políticas impositivas generan en las personas (consumidores y trabajadores) y en la capacidad productiva de las empresas. La comparación (marca ACME) con la OCDE debe ser real, efectiva y hecha con honestidad intelectual evitando comparar peras con manzanas y capullos con mariposas (comparar montos siempre con contexto).

El “argumento ACME” (citar siempre la OCDE) debe recoger distintas realidades tributarias, con diversidad de estructuras, bases, tasas y, por tanto, cargas tributarias. Desde el 2014, la Tax Foundation ranquea los sistemas tributarios de los 38 países en base a criterios de competitividad y neutralidad, en base a más de 40 variables tributarias.

Ojo que los cinco primeros puestos se los disputan siempre los mismos (Estonia, Letonia, Nueva Zelanda, Suiza y Luxemburgo), mientras en el otro extremo, los últimos puestos del ranking también son disputados por los mismos países (México, Portugal, Francia, Polonia, Italia y, por desgracia, Chile).

La continua y mala evaluación de nuestro sistema tributario se explica por tres de las cinco categorías de impuestos evaluados: corporativo (35), personal (38) e internacional (37). Consumo (10) y propiedad (13) se ubican en mejor posición. Justamente por la mala evaluación de tres categorías, y buena de dos, llama la atención que se sigan dejando fuera temas fundamentales para el diseño de una estructura adecuada, ya que uno mal estructurado dificulta y desincentiva el pago de impuestos, distorsiona las decisiones de consumidores, trabajadores y productores, afectando el empleo, la inversión y el crecimiento, propiciando la evasión, reduciendo finalmente los recursos disponibles para la autoridad fiscal.

El Coyote requiere definir una estrategia coherente y consistente (estructura tributaria armónica), que considere los datos en su conjunto y no aisladamente y le permita cazar al Correcaminos, no ahuyentarlo. Si el Coyote no aclara su estrategia, terminará como siempre al fondo del risco.

Por Macarena García, economista senior de LyD