Columna de Magdalena Merbilháa: Cuando la economía no funciona, la política tampoco

La Moneda


Hoy vemos como la confianza en las instituciones país ha bajado enormemente. Los partidos políticos y la política en general parecieran no dar respuestas a los problemas reales de la gente. El Estado y el gobierno han sido incapaces de hacer frente a la crisis de seguridad que hoy vivimos. Sin seguridad, no hay posibilidad de vivir y trabajar en paz. Chile está estancado y los sueños de mejora se ven truncados hacia el futuro. Esto es consecuencia de malas políticas públicas que frenaron al país. Malas ideas que convencieron a muchos que el problema de Chile era el excesivo mercado. Muchas voces culparon y culpan de todo al “Neoliberalismo” y la consigna era que este modelo que había nacido en Chile, moriría en Chile. Las malas políticas públicas de corte estatista dañaron la economía y dejaron atrás el sueño de ser un país desarrollado. Este pasto seco, debido a las necesidades insatisfechas, permitió la revolución. Ésta agitó las aguas, tras convencer a todos los sectores, que el gran problema de Chile era la “desigualdad”. Los índices decían lo contrario, Chile no era el infierno de desigualdad y las posibilidades de movilidad social eran las más altas de la OCDE. El relato se impuso ante el dato. La consigna condenó los 30 años en que el país creció y la política funcionó. Pero los chilenos lo creyeron y las ambiciones de algunos y los deseos de otros, rompieron la estabilidad y del río revuelto, sólo algunos cosecharon, los que se hicieron del poder. El resto, nadie está mejor en ningún índice. Esto se debe al deterioro evidente de la economía y al no crecimiento por falta de inversión. Los capitales vuelan y se fueron para potencialmente no volver. Hoy muchos al no ver posible mejora dicen abiertamente “me voy de Chile”.

La idea de matar al mercado plasmada en el texto constitucional de la Convención era estatista y celebraba incluso decrecer. Pero, cuando la economía no funciona la política tampoco. La crisis política que hoy vivimos es causa del deterioro económico imperante. Sin embargo, el diagnostico gubernamental es que “hay mucho mercado”. Es decir, aunque el texto totalitario y estatista fue rechazado por un 62% de la ciudadanía, la agenda legislativa del gobierno sigue apuntando a esa dirección. No hay medidas que busquen incentivar la inversión. Sin inversión no hay crecimiento. Sin crecimiento, las necesidades de las personas no pueden ser satisfechas. Hay que tener la plata para poder pagar, nada es gratis. Sin necesidades satisfechas, la desconfianza en la política crece y la razón de ser de la misma, es cuestionable. El Estado y el gobierno no cumplen ni con el piso mínimo que se le exige, la seguridad. Al Estado se le paga desde impuestos obligatorios y confiscatorios para recibir contraprestaciones nulas. Eso parece de toda injusticia. Los casos de corrupción demuestran que la plata no es para solucionar los problemas de la gente, sino que los de los políticos y por eso se habla de “la casta”.

Es curioso como la falta de apego al dato no permite comprender. La receta que están aplicando es mala. La historia mundial y de Chile así lo demuestran. Durante el siglo XIX Chile fue uno de los países más abiertos económicamente lo que trajo un gran bienestar. Las malas políticas públicas, las herencias de la República Socialista y su afán por fijar los precios, deterioró esa situación. La Crisis del 29 golpeó a Chile tremendamente con lo que el deterioro económico fue acompañado lentamente de la decadencia política. Cuando la economía no funciona, la política tampoco. Es ese deterioro acompañado de recetas de mejora que solo empeoraron la situación, lo explica el cómo en Chile se terminó por perder la democracia. Ésta estaba mortalmente herida antes del golpe militar. El diagnostico antimercado y estatización total en la UP mataron la libertad económica y tras eso la libertad política. Tras el golpe la visión de que “no hay libertad política, sin libertad económica” abrió un camino que se cosechó con creces, en el retorno de la democracia. Las pulsiones socialistas que insistieron en la desigualdad como el gran problema, volvieron a hacer el mismo mal diagnóstico, “El problema de Chile es que hay mucho mercado”. Entonces como un “loop” caímos en lo mismo. La Historia no se repite, pero rima. Es desde ésta que podemos comprender que la crisis política actual real se explica desde la crisis económica. Como la ley de la gravedad, es una certeza que “si la economía no funciona, la política tampoco”. Por tanto, para mejorar la crisis se necesita una agenda procrecimiento real que va exactamente en sentido contrario de mucho de lo que están haciendo. El camino actual, no cuida la democracia, solo la deteriora.

Por Magdalena Merbilháa, periodista e historiadora