Columna de Magdalena Merbilháa: La cuadratura del círculo, lo evidente y la sorpresa
Robar al fisco es peor y robar la plata fiscal destinadas a los más pobres tiene todos los agravantes para ser calificado de detestable. Los impolutos, eran simplemente una cloaca. Ya a esta altura nada nos sorprende y por más que traten de establecer la cuadratura del círculo, sigue siendo evidentemente círculo.
El ser humano normaliza, deja de ver lo que debiera ser visto. Cuando uno corrige una y otra vez un texto, deja de ver los errores. Por eso se necesita un editor externo que tome distancia y vea lo que uno desde cerca ya no ve. El ser humano normaliza, es un arma de defensa personal para poder tranquilizarse y continuar. Frente a la violencia desatada y los homicidios aberrantes que vemos día a día en Chile, ya no nos detenemos, no nos sorprendemos. De hecho lo que al comienzo fue portada, hoy con suerte es un recuadro menor. Los descuartizados son ya normales. Las muertes a sangre fría a quema ropa también. Las autoridades dicen que “esto es algo terrible que no van a aguantar” y “como perros” perseguirán el crimen. Parecen perros dormidos o tal vez muertos, la gangrena los tiene podridos por dentro.
Desgraciadamente normalizamos, lo que no debe ser normalizado. Respecto a los robos pasa lo mismo, si hasta las monjas ya no son respetadas y los criminales se encomiendan rezando en la iglesia, ya que están convencidos de que ese es “su trabajo”. Robar no es trabajar. Los ladrones no salen a trabajar, buscan el camino fácil y rápido para conseguir lo que quieren sin trabajar.
Eso es lo que sucede también en los casos de desfalco fiscal. Robar es siempre malo. Robarle a un particular es malo; robarle al Estado es robar la plata de los chilenos trabajadores que aportan para ayudar a otros. Malgastar desde el Estado es robar y traicionar la confianza país desde un puesto de poder, en potencial impunidad. Ya normalizamos estas acciones, es constante. Se roba más en el Estado que en el mundo privado, ahí los flujos disponibles son mayores y más fáciles de desfalcar. Hay muchas formas de hacerlo. Como decía Churchill “el primer acto de corrupción es aceptar un cargo para el que no estás preparado”.
En este gobierno hay mucho de eso. En dos años la administración ha abusado tanto del aparato fiscal para beneficios propios que ya nos perdemos. 100.000 nuevos empleados fiscales contratados que nadie sabe que hacen, y lo cierto es que nadie puede decir que los servicios fiscales hayan mejorado en esa proporción. Son simplemente trabajos para los amigos. Las promesas de quienes son hoy gobierno para premiar servicios anteriores se manifiestan en empleos, indultos y pensiones de gracia. Todo altamente cuestionable. Les gusta hacer “caridad” con la plata ajena y “mejorar” la vida de quienes son serviles a sus ideas. Todo esto no sorprende.
El caso fundaciones escandalizó al ver que se había montado un mecanismo para literalmente embolsarse la plata destinada a los campamentos. Fundaciones truchas, sin experiencia y sin ser ni los más baratos se adjudicaron dineros públicos por vía tratos directos. Sin experiencia, sin giro en muchos casos y sin prestaciones, un verdadero escándalo. El ministro Montes hasta fue acusado constitucionalmente, pero los “amigos” parlamentarios, lo salvaron. Todos juraron inocencia, algunos involucrados lloraron demacrados, otros se autodenominaron “presos políticos”. Todo quedó ahí, esperaban los involucrados echarle tierra. Pero el tema es tan profundo y enmarañado que las mentiras y dichos de unos y otros no se sostienen, pareciera que algunos quieren establecer la cuadratura del círculo, nada cuaja, nada coincide. Algunos creen que la ciudadanía es estúpida o fácil de engañar. Tal vez un poco, pero no tanto.
Este capítulo y tantos más, son tan grotescos que se aparecen a los sentidos, sin tener que excavar, supuran como “heridas infectadas”. Lo cierto es que el caso fundaciones está lejos de estar superado. La madeja es profunda y compleja. Aunque el gobierno diga que no hay nuevos antecedentes, lo cierto es que los nuevos whattsaap dejan claro lo evidente, todos sabían, incluido el ministro Montes. Nada de esto sorprende, ya que el “no sabía” de unos y otros nunca los liberó de la culpa política. Estos nuevos antecedentes dejan claro que las fechas no coinciden y que sí sabían. Esto deja en evidencia culpas morales y potencialmente penales. Robar es malo. Robar al fisco es peor y robar la plata fiscal destinadas a los más pobres tiene todos los agravantes para ser calificado de detestable. Los impolutos, eran simplemente una cloaca. Ya a esta altura nada nos sorprende y por más que traten de establecer la cuadratura del círculo, sigue siendo evidentemente círculo.
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