Columna de Magdalena Merbilháa: La “indeseabilidad” de la verdad

Johannes Kaiser


Sin duda Occidente está en crisis. Hoy vivimos en un mundo que ya no desea alcanzar la verdad. Es precisamente la búsqueda de la verdad lo que nos movió históricamente como cultura. Esa idea griega que la verdad existe y se puede alcanzar racionalmente ha sido el motor del gran avance de la cultura cristiano occidental. Esa idea, junto con la estructura social y económica germana y el cristianismo constituyeron nuestro ethos cultural, que desde el viejo continente se extendió al nuevo mundo. Una cultura dinámica que crea instituciones y que se auto cuestiona de modo permanente. Que, al abandonar a Dios como concepto, se centró en la ciencia e intentó explicar todo racionalmente. Esa racionalidad es lo que hoy está en retroceso.

Como diría mi maestro Julio Retamal Favereau, de la Unidad de la Verdad donde la Verdad era una, se llamaba Dios y a ésta se accedía por la unión de la fe y la razón, pasamos con Kant a la Imposibilidad de la Verdad, ya que sólo conocemos en un aquí y un ahora. Hoy vivimos la “indeseabilidad de la Verdad”. Es un algo indeseable y toda la evidencia se niega por el deseo. El orden racional en el que la voluntad se rige por la razón se invirtió a un mundo que considera que la razón debe negarse a sí misma para ensalzar a la voluntad. Es el mundo de “wish come true”, solo por deseo las cosas son. Ese voluntarismo personal no tendría ningún problema si no fuese porque ese sentimiento va con la imposición que exige que todos reconozcan ese deseo personal como una verdad absoluta. Incluso el Estado debe reconocerlo y establecer por ley esa realidad, castigando social y penalmente a los que realmente defienden la verdad y la evidencia. En el mundo de los ofendidos no hay verdad posible.

Para buscar la verdad hay que hacerse preguntas y cuestionar la realidad misma. Plantearse hipótesis y descartar variables. Esto es válido para la filosofía, la ciencia y sin duda, para investigar el crimen. Sherlock Holmes, el detective por excelencia, hoy sería catalogado de “políticamente incorrecto” de ser “mala persona” ya que en todos sus casos para encontrar la verdad muchos se sintieron ofendidos.

Esta reflexión es muy necesaria hoy, frente a los hechos sucedidos esta semana en la comisión investigadora del caso del conscripto Franco Vargas. El diputado Johannes Kaiser hace preguntas válidas para intentar esclarecer la verdad. Ver si es o no el Ejercito el responsable. Si esto ha sucedido antes, si los reclutas cumplían con las condiciones físicas. Preguntó sobre el uso de drogas en la juventud en todas las áreas, basándose en los informes de Senda y en las indagaciones internacionales respecto a la relación vacunas de Covid y deficiencias cardiacas y muerte súbita. Se refirió a generalidades, sin hacer una referencia específica al conscripto, y fue víctima de un escándalo. La Diputada Claudia Mix usó a la madre del conscripto, evidentemente dolida, para hacer un punto político contra Kaiser. Fue una acción deliberada y buscada, ya que había sido expresamente invitada, ya que estaría presente el comandante en jefe, el director de sanidad de Ejercito, el Auditor de este y la ministra de Defensa. No estaba considerada la presencia del diputado Kaiser, quien los sorprendió al integrarse, complicando la maniobra planificada, por lo que se decidió desacreditarlo. Testigos aseguran que hubo señas entre los participantes antes del escándalo. La madre doliente fue usada por quienes decían estar preocupados por ella, para otro fin, usada como un medio. Inicialmente el objetivo era transformar la comisión investigadora de un drama, en la comisión acusadora de un crimen deliberado.

El Escándalo se sitúa en el “Catecismo de la Iglesia Católica” como una falta al quinto mandamiento, no matar, ya que induce a otro a hacer el mal. Atenta contra la virtud y el derecho, buscando la muerte espiritual. Tiene una gravedad particular, según la autoridad de quien lo causa y la debilidad de quien lo padece. Era una diputada usando a una madre doliente, doble agravante. El escándalo es más grave cuando es causado por quienes, por naturaleza o función, están obligados a enseñar y educar a otros. Como dice Cristo a los escribas y fariseos: “lobos disfrazados de cordero”. Del mismo modo, el escándalo puede ser provocado por la ley o las instituciones, por la moda o por la opinión. Hoy con el afán de no ofender, hasta en una comisión investigadora, no desean la verdad. Sin afán de verdad la investigación termina siendo como la carrera de Alicia en el país de las Maravillas, una carrera en círculos. No se llega a ninguna parte. La “indeseabilidad de la verdad” nos esclaviza, ya que sólo ésta nos hace libres.

Por Magdalena Merbilháa, periodista e historiadora.