Columna de Magdalena Merbilháa: Los parásitos políticos, “con tu plata, sí”
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Las lecciones de Iñigo Errejón, ex vocero de Sumar y uno de los fundadores de Podemos en España, que buscaba obtener dinero fiscal desde ONGs para “crear estructuras económicas autónomas”, financiamiento político para “dejar sembrado instituciones populares que resistan y, por cierto, donde refugiarse cuando gobierne el adversario”, no era algo aislado. La idea era vivir de los otros, hacerse de fiscales y hacer activismo político con el dinero de otros.
Errejón es considerado el “gurú intelectual” del Frente Amplio, admirado por el mismísimo Presidente Boric. En 2016 y 2018 vino a Chile a contar su estrategia y acá encontró buenos alumnos y sus ideas dieron frutos en el llamado “Caso Convenios”. Errejón es autor del prólogo del libro de Ignacio Sánchez-Cuenca, que se titula “La superioridad moral de la izquierda”, frase que será tomada por Giorgio Jackson de un modo muy desafortunado. Es la muestra de un “delirio mesiánico”, que los hace creer ser “los elegidos” para cambiar el mundo, derrotar al modelo y hacer nacer al “nuevo hombre”. Esto supone que en política, para lograr y mantener el poder, todo vale. Una mirada nihilista, que entiende que debido a que son “superiores”, ellos no están normados por la ética tradicional, sino que tienen la propia, están “más allá del bien y el mal”. Por lo que, si para conseguir el fin, hay que robar, entonces, robar, para y por la causa, es “bueno”. Un “bien subjetivo” que busca “servirse antes que servir”.
Esa idea de crear “fundaciones truchas” para recibir aportes fiscales directos para “supuestas funciones sociales reales” como mecanismo para financiamiento político es algo mundialmente extendido. Usar la plata de los “contribuyentes”, que no necesariamente piensan como ellos, para imponer sus ideas en la sociedad. La real “tiranía de las minorías” financiada por las mayorías. “Yo hago lo que tú no quieres, con tu plata”, “ te impongo una agenda que niega la realidad y lo pagas tú”. Hoy vemos que esto era un real mecanismo a nivel mundial, impulsado por ese “buenísmo” transformador de la realidad , empapado de marxismo reinventado y contrario a la cultura Cristiano Occidental.
Esto no se daba solo en España, desde “Juntas Podemos”, desde donde vinieron a enseñar acá a Chile y encontraron, en el Frente Amplio, alumnos aventajados. Entre estos, destacan Catalina Pérez con Democracia Viva, hoy desaforada y “pillada” en su complicidad en el robo de dineros destinados a los más pobres para ser usados en fines políticos. Del mismo modo, Alberto Larraín con Pro-Cultura, cercano al presidente y a tantos, quien se hizo de amplios recursos públicos y quien no ha devuelto ningún dinero. Chile aún espera que la justicia se manifieste ante un evidente desfalco y robo. Evidentemente hay otras tantas “fundaciones truchas”, no investigadas aún.
La idea era usar el dinero de los contribuyentes con máscaras sociales para fines de militancia. Empujar sus agendas políticas en la sociedad, financiar medios de comunicación y supuestos líderes de opinión, para poder normalizar temas. Eso explica que las “minutas” del gobierno siempre tuviesen tanto “eco”. Esto explica que se impusiese por tanto tiempo, la negación de la realidad poniendo al sentimiento por sobre la razón. Esto explica que las políticas de Diversidad, Equidad e Inclusion DEI fuesen compradas por todos, permitiendo que el neomarxismo, desde el llamado marxismo cultural, penetrara en la sociedad. Este “mecanismo” es exactamente lo mismo que vemos, en dimensiones gigantescas, en Estados Unidos con las auditorías ordenadas por Donald Trump desde el DOGE, liderado por Elon Musk, que busca evitar el mal gasto del dinero de los contribuyentes. Cuidar el dinero por todos aportados, entendiendo que el Estado no tiene recursos propios. Ciertamente, en todas partes, el mal gasto de los dineros llamados “públicos” es pornográfico. En Chile en todo “paga Moya” y siempre, paga usted. Nadie devuelve lo robado, nadie responde por lo mal gastado y las empresas públicas, que tienen números negativos, pagan altos salarios a costa de los contribuyentes.
Hay dos tipos de personas, las que viven de su propio esfuerzo y las que viven del esfuerzo de los demás. Unas producen, otras vegetan. Lo cierto es que, desde hace mucho, en la política hay algunos que han visto en esta actividad, un modo de ganar mucho dinero, haciendo poco. El Estado es visto por quienes logran el poder como un “botín” a repartir, entre quienes los apoyan. Se es muy generoso con la plata ajena. En muchos casos ponen a personas ineptas, no aptas para los cargos en puestos de reparticiones públicas, lo que es ya un acto de corrupción. Es por tanto evidente, que el Estado no puede hacer las cosas bien, ni profesional, ni éticamente si en sus plazas contrata por cuoteo político y no por méritos. Es necesario comprender que para vivir hay que trabajar y que vivir parasitariamente jamás producirá una sociedad que crezca y mejore. Hay que terminar con los mal gastos, hay que sacar a todo funcionario público que no aporte para mejorar los servicios a las personas. Más que en ninguna parte, en el Estado deben estar los mejores y entender que éste está al servicio de las personas y no al revés.
El Caso Fundaciones y los 100.000 nuevos funcionarios contratados, sin que mejore la eficiencia del Estado, evidencia que el déficit fiscal que están dejando es porque se han robado la plata para ellos. ¡Esto debe terminar! y quienes han desfalcado deberán devolver el dinero y pagar por los delitos cometidos. Esperemos que el próximo gobierno haga auditorías a todas las reparticiones públicas para evitar que el dinero de los contribuyentes sea mal gastado. El Estado nos debe rendir cuentas por cada peso que gasta.
Por Magdalena Merbilháa, periodista e historiadora.
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