Columna de Magdalena Merbilhaá: Miopía que no deja ver
Para poder servir al país hay que ser estratégico, ya que sin estrategia nunca podremos demostrar que nuestras ideas son mejores, son éticamente válidas y, sin duda, la evidencia muestra que han sido y son mucho más eficientes.
Hoy vemos a Chile atrincherado, nuevamente estamos insertos en la lógica electoral que tanto desgasta. Lo cierto es que estos cuatro años han sido una pesadilla. Los Revolucionarios de manual, usaron la fuerza de la violencia, quemaron el país y consiguieron abrir un proceso constitucional que hoy, tenemos claro que nunca nadie necesitaba. Es curioso como el tiempo nos da la razón a esos “felices pocos” del 22% del plebiscito de entrada. Chile nunca necesitó una nueva Constitución. Hoy aquellos que incitaron el proceso y que luego apoyaron el texto refundacional, que sin duda le hacia un daño mortal al país, dicen que “la constitución de Lagos” ha sido buena y será buena para el país. Sin duda en el ranking de “volteretas” esta es la más descarada, sobre todo considerando los costos que ha pagado el país y sus habitantes. Hoy nadie está mejor, todos estamos peor. Todo porque estos “jóvenes soñadores” liderados por la vieja guardia comunistas sintieron que había llegado su hora. Pero no llegó. El 62% del Rechazo de septiembre cambió el eje. Hoy el nuevo plebiscito no es elegir entre el bien y el mal, sino entre dos textos más que razonables que incluyen riesgos en lo que se vendrá.
La gran pregunta es ¿qué harán los que perdieron todo? No se nos puede olvidar que ganaron el poder y que hoy gobiernan. Ciertamente su falta de experiencia y soberbia los hace equivocarse continuamente, lo que los degrada en forma fácil a categoría de “meme”. Pero tienen el poder. Por supuesto que sabiendo que pueden perder más, intentarán rescatar o incrementar lo que puedan. Este es un “gallito político” y quien no entienda eso, quiere decir que no entiende como ha sido la política siempre. Ellos quieren y han estado dispuestos a todo para “transformar el país”. Su gran norte era y es “enterrar al Neoliberalismo” y hacer nacer al “hombre nuevo”. Dicho eso, sabemos que, aunque prometan que no habrá un nuevo proceso hoy, lo buscarán tal vez “mañana”. Mientras tanto irán por las reformas. Y en ese ámbito el texto actual les permite más cintura y no rigidiza cosas que la propuesta sí asegura elevándolas a rango constitucional. Mucho de la institucionalidad del país está en las Leyes Orgánicas Constitucionales, reformables por mayoría simple de los presentes en la sala. Y ahí está la gran diferencia entre los dos textos. Temas que estuvieron sobre la mesa en el proceso anterior, como la autonomía del Banco Central o la propiedad de los fondos de pensiones con heredabilidad y muchos temas más, en la propuesta nueva se elevan a rango constitucional para dificultar su cambio. Muchos miran los árboles y no ven el bosque. Sin duda la propuesta no es perfecta, pero es sensata y en el juego macro, hay que preguntarse qué es mejor para la batalla que sigue y ciertamente sigue, no en un nuevo proceso, sino en la estructura vigente.
No sabemos que opción ganará. La verdad es que hasta la derecha está dividida, en un momento en el que debiera estar unida. El 18 de diciembre deberá unirse, ya que la “lucha ideológica” está lejos de terminar. Estoy muy preocupada, ya que sé que después del plebiscito, muchos respirarán tranquilos, sea cual sea el resultado y bajarán la guardia. Con los sentidos no puestos en la política, las opciones de un “gol de media cancha” es grande y certero. Diciembre, Navidad; enero y febrero, vacaciones; la atención en otra cosa con una revolución en curso, no es bueno. A este gobierno le quedan dos años y eso, no lo podemos olvidar.
Por eso este diciembre hay que pensar qué golpea más al “enemigo ideológico”. Qué dificulta más los cambios que sabemos que quieren hacer. En cualquiera de los casos el 18 de diciembre hay que trabajar unidos para que no avancen y ojalá retrocedan. Por eso estoy cierta que la división no hace bien. Estas lógicas en la historia siempre terminaron mal, por lo mismo debemos mirar el corto, mediano y largo plazo. Pensar en el eje y rumbo que queremos darle a Chile. Debemos pensar en las elecciones siguientes, ya que hay mucho por hacer por Chile y por su gente. Para poder servir al país hay que ser estratégico, ya que sin estrategia nunca podremos demostrar que nuestras ideas son mejores, son éticamente válidas, ya que no atentamos contra la naturaleza humana y sin duda, la evidencia muestra que han sido y son mucho más eficientes. Esto no es por el deseo personal, sino por el bienestar de Chile y los chilenos.