Columna de Manuel Agosin: ¿Cómo abordar la crisis alimentaria?
Por Manuel Agosin, académico de la FEN, U. de Chile
Una gran cantidad de hogares chilenos lo están pasando muy mal. Las alzas de precios de los alimentos causados por la guerra de Ucrania han hecho retroceder a los ingresos reales de los hogares más pobres. Además, la fuerte escalada en el tipo de cambio, que ha pasado de $800 pesos por dólar a $920 en materia de días, ha contribuido al fuerte aumento en los precios de los alimentos. Si bien la causa de los problemas de nuestros hogares es más bien lejana, lo cierto es que Chile, como economía abierta, acusa rápidamente las escaladas de los precios de los bienes que se transan en el mercado mundial. Aunque el problema de los altos precios es probablemente transitorio (la guerra en Ucrania se va a terminar), la duración de esta agobiante situación es totalmente incierta.
Ucrania es un importante productor internacional de trigo, maíz y oleaginosas, productos que están entre los insumos más importantes de la dieta de los chilenos. En estos momentos, las exportaciones de Ucrania por vía marítima han caído a cero. La reactivación de las exportaciones de alimentos de Ucrania va a requerir que se termine el bloqueo y que, luego, se proceda a retirar las minas que la Armada rusa ha sembrado en aguas ucranianas. Todo esto va a tomar tiempo.
El gobierno ya ha tomado medidas con la entrega de bonos a las familias más necesitadas. El problema de los bonos es que ellos se pueden utilizar para adquirir alimentos, pero también para comprar alcohol, cigarrillos y bebidas azucaradas. En estas líneas propongo una política que, ayudando a las familias a paliar los negativos efectos de las alzas de precios, a la vez asegure que los fondos no serán utilizados en bienes que no son alimentos o parafina para el hogar.
El Estado podría entregar a todos los hogares del 60 por ciento más pobre una tarjeta de débito con $50 mil pesos, recargable durante los meses que dure la contingencia. Dicha tarjeta se podrá utilizar solo en expendios que se registren y no serviría para adquirir nada excepto alimentos y kerosene. ¿Cuánto podría costar este programa? Las familias más pobres son aproximadamente 4 millones. La entrega de dicha tarjeta a todo este grupo de hogares costaría alrededor de US$ 240 millones al mes. Si la contingencia durara durante todo lo que resta del año, el programa completo costaría menos de US$ 1,5 mil millones, o sea aproximadamente 0,6 por ciento del PIB.
Alguien podría argumentar que el sistema sería difícil de programar. Ello podría retrasar la puesta en marcha, pero es perfectamente abordable con los talentos en computación que tenemos en el país. República Dominicana, un país de ingresos menores a Chile, lo ha hecho en contingencias que afectan adversamente el bienestar de las personas. Es tiempo de hacer política focalizada para el siglo XXI. Nuestros ciudadanos más vulnerables lo necesitan.