Columna de Manuel Agosin: Violencia y desarrollo

Barrio Meiggs


Casi sin darnos cuenta, el país está perdiendo la batalla contra la violencia organizada. Como evidencia: el mal llamado “estallido social”. Las manifestaciones pacíficas, que fueron masivas, tuvieron su origen en el descontento general de la población con las malas pensiones, la mala educación y salud para los que no podían pagar por unas mejores. Pero el estallido fue delictual, a pesar de que algunos lo glorificaron con el mote de “estallido social” y culparon a quienes nos cuidan de los violentos, los Carabineros de Chile. Hoy, el único problema que tenemos es la violencia, aunque algunos aún no se quieren dar cuenta. La violencia hace la vida en sociedad imposible. El temor a la violencia cambia nuestros hábitos: estamos asustados y hacemos lo que podemos para protegernos y proteger a nuestra familia. Llegará el momento en que ni eso vamos a poder hacer.

El asesinato a sangre fría de tres Carabineros en pocos días nos hizo darnos cuenta de dónde estamos como país. Hoy no vale la pena hablar sobre desarrollo, porque no puede ocurrir donde no hay paz social. Si lo que estamos presenciando no se detiene, y con celeridad, los chilenos que se disponían a invertir y crear empleos se llevarán sus capitales para otro lado; los extranjeros no llegarán, a pesar de las muchas bondades que tenemos como país en algunos rubros (cobre, litio, hidrógeno verde).

La protección de nuestra frontera norte es indispensable, utilizando todas las herramientas que tenemos, incluidas nuestras Fuerzas Armadas. Poner fin a los focos terroristas de La Araucanía es otro objetivo que ya no puede esperar más. Ya hay muchos muertos y ha pasado mucho tiempo sin una solución efectiva. ¿Se acuerdan de los Luchsinger Mackay? Hace diez años que fueron quemados en su casa y el terrorismo sigue enseñoreándose en esa región. Llevamos muchos gobiernos entregando tierras, así que la falta de tierras es una feble excusa. El problema es el terrorismo, aunque a algunos no les guste denominarlo como tal. Después podemos conversar de ideologías y razones. Ahora hay que simplemente terminar con el problema. Entiendo que no es fácil y no estoy argumentando por la solución Bukele. Pero tiene que haber una forma de terminar con la impunidad de aquellos que se arrogan la representación de un pueblo pacífico y que quiere ser chileno, con todas las diferencias que cualquier minoría quiere proteger para sus miembros.

Hace pocos años no teníamos narcotráfico. El que teníamos era más bien de pasada. Nuestra apertura comercial llevó a bandas de narcotraficantes a usarnos como puente para acceder a los grandes mercados. Ahora el narcotráfico nos dice cuándo podemos tener clases y cuándo no.

El país no puede seguir así. Tenemos que unirnos, como ya lo expresara el Presidente Boric, y hacer un paréntesis entre nuestras pequeñas rencillas. Unirnos para no perder nuestro país.

Por Manuel Agosin, académico FEN U. de Chile

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