Columna de Marcelo Mena: La resaca de los retiros y la reforma de pensiones

Pensión Garantizada Universal
La Pensión Garantizada Universal llega para reforzar el sistema de pensiones en Chile.


Cómo enfrentamos el cambio climático y nuestro sistema de pensiones tiene algo en común. Tiene que ver con nuestro compromiso en hacer esfuerzos hoy para un futuro mejor. También tiene que ver con cuánta carga queremos dejarles a las generaciones futuras. En el caso del clima, lo que hagamos determinará la capacidad de bienestar de nuestros hijos. En el caso de las pensiones cuánto del peso financiero deberán asumir en el futuro. Para ser exitosos frente a los dos temas requerimos una mirada de largo plazo.

Si se trata de evaluar nuestro comportamiento durante estos últimos años podemos decir que nuestros comportamientos están muy alejados de eso. Ha primado el cortoplacismo, y el principio de equidad intergeneracional ha sido muy postergado. La historia que recapitula la OCDE es que durante los primeros meses de la pandemia el 2020 los chilenos tuvimos una baja de ingresos promedio de 10 a 20%, y las ayudas de gobierno permitieron subir ingresos en cerca de 2%. El Banco Mundial estimó que casi 2 millones de chilenos pasaron a ser vulnerables económicamente. Fueron ayudas insuficientes. La clase política se unió en una de las peores políticas de la historia y aprobó el primer retiro, el que superó ampliamente la baja de ingresos por pandemia. El gobierno trató de parar el desangramiento con apoyo menos focalizado y más amplio, el IFE universal que llegó a ser casi cuatro veces mayor a los ingresos perdidos. Sin embargo, la fiesta estaba desatada y siguieron el segundo y tercer retiro. Al final del 2021 los chilenos tuvieron ingresos adicionales 10 veces por sobre lo que perdieron por la pandemia. El resultado es que millones de chilenos no tienen ahorros previsionales, la deuda del país creció significativamente, y la inflación global fue amplificada en nuestro país por el sobreconsumo. Se llegó tarde con las ayudas, y cuando llegaron, fueron muy por sobre lo requerido.

¿Qué ganó la clase política? Nada. Los diputados y senadores siguen con 10% de aprobación. Los partidos políticos con 4% de aprobación. Solo cumplieron con su deber, pensarán. Eran mis ahorros. Pero además se perdió mucho. Fue tanto el mensaje que la plata es mía, que lo que se logró es que casi fuera imposible pensar en un sistema de pensiones solidario, por mucho que la inmensa mayoría de los chilenos se beneficiaría con ese enfoque. Logramos instalar de no hay que cobrar impuestos a ingresos que claramente están en los percentiles superiores. Hicimos imposible pensar en una reforma tributaria que contenga el alza de impuesto a la renta de los ingresos medios altos, que recomiendan todas las organizaciones internacionales. En vez de habernos endeudado para una transición ecológica que blinde los avances de nuestro desarrollo frente a los desafíos del cambio climático, invirtiendo en adaptación al cambio climático, decidimos gastar sin beneficio ni legado mayor que la resaca de la inflación. Y, finalmente, con la extensión injustificada de los IFE, logramos hacer que cualquier otra ayuda que no tenga ese nivel de financiamiento, sea vista como absolutamente insuficiente. Hoy somos un país más endeudado, más pobre y desigual que hace dos años. La clase política actuó unida como nunca antes. Y el riesgo no termina. Próximamente volverán a la carga de nuevo. En esto han mostrado una creatividad sin límite.

Queda tiempo para que esa unión se logre para algo mejor, en donde tengamos un diálogo honesto y constructivo. La reforma de pensiones. La OCDE estima que la tasa de reemplazo de la jubilación es menos del 40% del sueldo promedio en Chile. La gran razón es la baja cotización, que hoy en Chile es de 10%, con un tope injustificado de cotización obligatoria. La segunda viene de las lagunas previsionales fruto de la inequidad de género, o bien de la informalidad. Tenemos que cotizar más, y tenemos que bajar la informalidad laboral (la que solo ha crecido). Luego tenemos que ser honestos. Bachelet propuso un sistema con 10% de capitalización individual, y una cotización adicional de 3% individual y 3% colectiva. Piñera, un 10+6% individual. Boric un sistema de 10% individual más 6% colectivo. En algún momento la izquierda dijo que todo lo que no sea 100% colectivo es neoliberal. Lo dejaron de decir, porque es mentira. La derecha insiste en decir que un sistema con 6% de ahorro colectivo es poco menos que un sistema de reparto, expropiatorio. Tampoco lo es. La izquierda la tiene difícil porque cómo va a justificar un sistema colectivo o pasar a un sistema público, si le dijo a la gente que la plata era suya para justificar los retiros. Cómo va a justificar un alza de impuesto a la renta si no pudo comunicar que quien gana 3 millones de pesos debe pagar impuesto por sus retiros.

Podemos lograr un acuerdo, y es lo que los chilenos exigen y agradecerán. Un sistema que cotice más, elimine los topes de cotización, y sin AFP, pero con un sistema que resguarde los beneficios de un mercado de capitales sano que contribuya al desarrollo del país, sin una innecesaria estatización de las decisiones de inversión. Que la izquierda y derecha unidas jamás sean vencidas en contribuir a un futuro mejor para los chilenos, y dejar de prometer pan para hoy (caro por la inflación) y hambre para mañana.

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