Columna de Marcelo Mena: Más que nunca, pero menos de lo necesario

FILE PHOTO: 'Cop28 UAE' logo is displayed on the screen during the opening ceremony of Abu Dhabi Sustainability Week (ADSW) under the theme of 'United on Climate Action Toward COP28', in Abu Dhabi


Tras horas de crisis, la COP28 terminó con noticias positivas: el acuerdo de iniciar una transición energética que ponga fin a la era fósil para alcanzar emisiones netas cero en 2050. No es todo lo que queríamos, pero es más de lo que se esperaba. Incluye triplicar la generación renovable y duplicar la eficiencia energética a 2030, fin a los subsidios a los fósiles, y acelerar la reducción de contaminantes “no CO2″, como el metano.

El avance en mitigación de metano y otros contaminantes de vida corta es de lo más relevante de la COP28, ya que permite reducir la temperatura del planeta cuatro veces más rápido que la descarbonización por sí sola. Estados Unidos, China y la UE fueron claves. Su decisión de incorporar al metano en sus NDC´s es transformacional, y obliga al resto de los países a seguirlos. Lo mismo las nuevas regulaciones de EE.UU. y la UE a las emisiones de metano del petróleo y gas.

Como Global Methane Hub, desde la filantropía y con gobiernos nacionales y locales, movilizamos US$1.000 millones para mitigar metano; impulsamos un Acelerador de Fermentación Entérica que reducirá emisiones del ganado con US$200 millones, y una alianza con seis conglomerados lácteos -30% de la producción mundial- para ello; trabajamos con la presidencia de la COP28 para que 52 empresas -50% de la producción de petróleo y gas- se comprometiera a fugas de metano casi nulas; y avanzamos en compromisos de reducción de emisiones del sector residuos. Cierto, son promesas, pero ahora tenemos herramientas satelitales para verificar que se cumplan.

Como dije, la COP28 terminó con avances importantes pero insuficientes. La AIE recomienda cesar el uso de combustibles fósiles y no explorar nuevos yacimientos: con solo quemar los recursos conocidos el calentamiento ya será extremo e irreversible. En la COP26 los países acordaron dejar de subsidiar los combustibles fósiles; al año siguiente, ante la guerra de Ucrania, los subsidios se duplicaron. Incluso en Chile.

Estos acuerdos se deben acompañar con políticas públicas, y un sistema económico y de mercado. Es clave adoptar rápido nuevas tecnologías. En China 40% de los autos nuevos que se venden son eléctricos, y la exportación de paneles solares creció 30%. EE.UU. implementa el mayor pacto fiscal climático de la historia: US$300 mil millones para electromovilidad, hidrógeno verde y tecnologías limpias. En Chile, las emisiones del sector eléctrico cayeron 33% en solo cuatro años por un alza inédita de generación solar y eólica.

El continuo avance de la electromovilidad ya le quita mercado a los fósiles, y las energías limpias lo hacen en generación. Es la vía más cierta y rápida, porque no depende de voluntades políticas ajustables a crisis o gobiernos. Y con beneficios directos. Para Chile, el Acuerdo de París significa más demanda de cobre, litio y energías renovables. Es decir, mayor inversión, empleos y energía más barata. En el Transantiago, la flota eléctrica permitió que la fluctuación del diésel perdiera relevancia en sus costos.

Cuando subsidiamos combustibles y dilatamos la descarbonización, seguimos rehenes de empresas que privilegian sus utilidades sobre el futuro del planeta. Por el contrario, si somos capaces de derrotar a los fósiles con nuevas tecnologías y mercados, la revolución verde seguirá avanzando.

Por Marcelo Mena, exministro del Medio Ambiente y CEO de Global Methane Hub