Columna de Marcelo Sánchez: Prevención y crisis carcelaria

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Prevención y crisis carcelaria.


El sistema carcelario en Chile se enfrenta a desafíos importantes que podrían exceder su capacidad de funcionamiento e incrementar gravemente la situación de inseguridad. De hecho, ya hemos observado la infiltración del crimen organizado en los centros penitenciarios. Existe evidencia en los reportes del Ministerio Público de que -a lo menos- desde 2021 pandillas dirigen operaciones criminales desde las prisiones, como el tráfico de sustancias ilícitas y actos de extorsión. Un informe del Centro de Estudios Públicos (CEP) de 2024 resalta que estas relaciones favorecen la organización de delitos como secuestros y contrabando de armas, lo que conlleva un aumento de la violencia, tanto dentro como fuera de las prisiones.

La incorporación de jóvenes y adolescentes por parte de agrupaciones delictivas es motivo de preocupación, la participación de ellos en bandas especializadas en delitos graves contra las personas ha crecido más de un 40% los últimos dos años. Esta tendencia refleja cómo el sistema penal juvenil está cada vez más expuesto a estas influencias. Asimismo, el Centro de Estudios Justicia y Sociedad de la Pontificia Universidad Católica de Chile reveló que 63% de los gendarmes encuestados se ha enterado de actos de corrupción cometidos por algún colega, que abarcan desde el transporte de objetos prohibidos hasta la facilitación de comunicaciones ilícitas.

En consecuencia, surge la interrogante sobre si hoy existe un posible riesgo de crisis como ha ocurrido en otros países, como Ecuador y Brasil, donde distintos hechos evidenciaron la presencia del crimen organizado. A pesar de que Chile no ha llegado a esos niveles, la tendencia actual indica la posibilidad de una crisis inminente si no se aplican medidas eficaces de control y reforma.

La confluencia de la infiltración del crimen organizado, acciones de corrupción y el reclutamiento de jóvenes en actividades delictivas sitúa al sistema penitenciario chileno en una posición de fragilidad.

Por tal tazón, es importante avanzar en aislar a los líderes de organizaciones criminales, tanto en el sistema adulto como en el juvenil, en especial en el actual proceso de implementación del Nuevo Servicio de Reinserción Juvenil. Es fundamental resguardar la integridad de primerizos y de bajo compromiso delictivo, a fin de lograr los objetivos de reinserción y evitar el contacto criminógeno que deriva en la formación de perfiles criminales cada vez más violentos. Para ser eficaces en reducir el involucramiento delictivo temprano necesitamos evitar llegar tarde, anticiparnos para que nuestros niños sigan estando bien, y cuando llegamos tarde, tener una respuesta integral que logre la rehabilitación y la reinserción interrumpiendo las trayectorias que les arrebatan la paz. El crimen organizado avanza con decisión y su eslabón se fortalece detrás de los muros para posteriormente terminar capturando barrios y comunas. Rescatemos a los niños que hoy son presa fácil de la acción de las bandas delictivas.

Por Marcelo Sánchez, gerente general de Fundación San Carlos de Maipo