Columna de Marco Antonio Ávila: Compromiso con la reactivación educativa
Es un compromiso de nuestro gobierno y responsablemente nos hacemos cargo del desafío de liderar el sistema educativo, junto a las comunidades y trabajadoras/es de la educación. La invitación es a que todos colaboremos para enfrentar esta crisis.
En una reciente carta, el exministro Ignacio Briones se pregunta por el nivel de prioridad que tiene la emergencia escolar que dejó la pandemia Covid-19 en nuestra agenda. Espero que con estas líneas pueda despejar sus dudas y aprensiones.
Compartimos con el exministro el diagnóstico del error en que incurrieron las autoridades educativas de la época de no haber generado las condiciones, materiales y políticas, para evitar el lamentable resultado de ser uno de los países que mantuvieron cerrados por más tiempo sus centros educativos. Como lo expresamos en distintos espacios, la falta de política educativa y de preparación adecuada para el retorno tuvo graves consecuencias en lo que debe ser nuestro centro de ocupación: el bienestar y desarrollo de nuestros niñas, niños y jóvenes.
Pero podemos darle buenas noticias al exministro. La Política de Reactivación Educativa Integral Seamos Comunidad lanzada este año toma este desafío y se ocupa en entregar respuestas concretas a las distintas dimensiones de una crisis educativa compleja y profunda.
Esta política incorpora ejes de acción para todo nuestro periodo de gobierno, los que contemplan acciones y herramientas para la recuperación educativa en las dimensiones de convivencia, bienestar y salud mental (eje 1), el fortalecimiento y activación de aprendizajes (eje 2), la revinculación y trayectoria educativa (eje 3), un plan de conectividad y transformación digital (eje 4) y el desarrollo de una estrategia que aborde la alicaída infraestructura educacional (eje 5), sometida a años de abandono. Para el 2022, este plan contempla $135.000 millones, y sus recursos irán aumentando progresivamente los siguientes años en cada uno de los ejes mencionados. Hubiésemos deseado que la administración anterior, al planificar el presupuesto de este año, hubiese considerado un diseño y recursos para enfrentar la gravedad de la crisis que estaba prevista, pero no fue así. Además de los recursos de reasignaciones, hemos estado trabajando en convenios de colaboración con otras instituciones que, si bien no implican recursos, serán claves para la reactivación educativa.
Ante la crisis de confianza y falta de recursos, apelamos al trabajo colaborativo, a la confianza profesional en docentes y asistentes de la educación, y al reordenamiento de recursos educativos que efectivamente apoyen el trabajo pedagógico. Quiero ser claro: no se trata solo de medir y evaluar a través de instrumentos estándar, sino también apoyar y acompañar. Quienes trabajamos en educación lo sabemos, la evaluación es parte de todo proceso formativo y, por tanto, siempre está presente en nuestras políticas.
Por cierto, no estamos solos en esto, pues otros países también están avanzando en una transformación educativa, en línea con la propuesta de la Unesco de “Reimaginar Juntos Nuestro Futuro” para establecer un nuevo contrato social en educación, que responda a los efectos de la crisis pandémica, pero también a las debilidades y deficiencias que tenían nuestras políticas educativas, para poner al centro los aprendizajes y desarrollo integral de niñas, niños y jóvenes.
Ante este escenario de política educativa integral, quiero transmitirle tranquilidad al exministro y al país: nuestra preocupación aborda toda la trayectoria educativa, desde la primera infancia hasta la educación superior, pues no podemos estar ausentes del desarrollo vital completo de las personas.
La reactivación educativa es un compromiso de nuestro gobierno y responsablemente nos hacemos cargo del desafío de liderar el sistema educativo, junto a las comunidades y trabajadoras/es de la educación. La invitación es a que todos colaboremos para enfrentar esta crisis. El presente y futuro de niños y niñas depende de ello.