Columna de María de los Ángeles Fernández: Carambola constitucional
Cuando se tiene adiestrado el ojo por años identificando los “techos de cristal” que enfrentan las mujeres, resulta imposible no saltar de alegría al conocer la historia de la científica española Sara García, máxime con lo arduo que viene siendo que las mujeres se incorporen a áreas científicas y tecnológicas. De acuerdo con Unesco, representamos menos del 30% de los investigadores científicos en el mundo.
La futura astronauta acaba de conseguir una de las 17 plazas de la Agencia Espacial Europea (ESA), imponiéndose a 23.000 candidatos de 25 países. El proceso de selección en seis extenuantes fases ha sido inclemente, debiendo compaginarlo con su trabajo en Salamanca, en el Centro Nacional de Investigaciones Oncológicas (CNIO) donde investiga nuevos fármacos en cáncer de pulmón.
Parecería obvio que un requisito indispensable sería contar con inmejorable condición física, pero ella lo matiza al señalar que, además de ser una persona activa, se requieren dotes de liderazgo, flexibilidad, resiliencia, predisposición a la aventura, calma bajo presión y, muy importante, capacidad de trabajo en equipo.
Los requisitos para adentrarse en el espacio contrastan con lo muy poco que les pedimos a quienes nos lideran en el planeta Tierra. Dos noticias recientes lo confirman, desafiando eso que Margaret Atwood llama “capacidad para la incredulidad”. La audiencia de formalización en contra de Rodrigo Rojas Vade pone de nuevo el foco en quien llegó a convencional luego de liderar protestas bajo una grotesca simulación: estar enfermo de cáncer. Luego, está el uso por parte de familiares y cercanos a parlamentarios de tarjetas con cargo a fondos públicos para combustible. Aunque la situación parece tener una explicación razonable, ha venido a reforzar ideas instaladas sobre el privilegio.
Asuntos tales como la selección y circulación de las élites, así como las críticas que reciben, entre las que destacan la autorreferencia y la incompetencia, fueron reflexionados por Gianfranco Pasquino. Identificó alternativas para superarlas que van desde el atajo plebiscitario hasta modalidades de democracia directa, refrendaria, participativa y tecnológica.
No se entiende el Chile reciente sin el intento por replicar algunos de ellos. Sin ir más lejos, resulta difícil no asociar el rechazo de 62% en el plebiscito de salida a la posibilidad de que personas en condición de independientes pudiesen integrar el órgano constituyente.
La incesante búsqueda por mejorar la representación sigue rebotando en el diseño de la próxima etapa. Se aspiraría a minimizar los errores de la anterior a través de un estricto control de calidad, recuperando tanto expertos como el Congreso un protagonismo hace un tiempo inédito. Toda una carambola del 4S.
Por María de los Ángeles Fernández, doctora en Ciencia Política