Columna de María Jaraquemada: ¿Cómo salir del estancamiento en la lucha contra la corrupción?
Esta semana conocimos la última edición del Índice de Percepción de la Corrupción de Transparencia Internacional. Lo primero que hay que destacar es que, a pesar de la bajísima confianza ciudadana en instituciones claves como los partidos políticos y el Congreso, y los numerosos casos de corrupción que se han ido conociendo en los más variados ámbitos, tenemos una institucionalidad relativamente estable y fuerte que nos mantiene dentro de los primeros 30 lugares (de 180) y con más de 20 puntos encima del promedio mundial y regional.
A pesar de eso, que es una buena noticia, no estamos tampoco para celebrar. Atrás quedaron los años en que ostentábamos el podio del primer lugar en América Latina y que nos permitía pelear los primeros veinte lugares del mundo. El año 2015 tuvimos un importante descenso y a partir del 2017 nos estancamos en los actuales 67 (donde 0 es muy corrupto y 100 muy poco). Si bien nuestro puntaje es más propio de países de la OCDE que de nuestra región, ¿por qué debería preocuparnos?, ¿qué es lo que nos tiene en este estancamiento?
No es desconocido que a partir del 2014 se fueron sucediendo en los noticiarios casos de corrupción en las más variadas instituciones, algunas de ellas que hasta el momento estaban bastante incólumes: partidos políticos, Fuerzas Armadas, Carabineros, Congreso, municipios de todos los colores y sectores, colusión en servicios básicos. Esto llevó a una importante agenda de probidad entre el 2015 y 2017, con alrededor de 14 leyes aprobadas y que intentó ser continuada en el segundo gobierno del Presidente Piñera, pero tanto el estallido como la pandemia provocaron un brusco cambio de agenda (a pesar que para muchos, el primero tenía algo de relación con la percepción de corrupción y abuso).
Desde entonces, es poco el avance que hay. Algunos proyectos de ley en lenta tramitación y más casos en la televisión. La historia de nuestro país: reaccionamos cuando los casos lo ameritan, a pesar de que la corrupción probablemente esté presente en todos los programas presidenciales. Lo anterior es atendible, los gobiernos y el Congreso se enfrentan a diversas demandas ciudadanas que deben priorizar: seguridad, salud, educación, pensiones, etc. Pero, si buscamos la explicación a nuestras cifras, probablemente diga relación con esto.
Entonces, ¿cómo salimos de esto? Primero creo que es clave que esta agenda sea continua y preventiva, más que reactiva. Segundo, se trata de un esfuerzo país y no agenda de un gobierno o sector, es más, debe incluir y coordinar a varias instituciones estatales, pero también a la sociedad civil y el sector privado. En lo inmediato, tenemos buenas oportunidades de avanzar con el proceso constituyente próximo a estrenar y con la primera estrategia nacional de integridad que está impulsando el gobierno. Esperemos que lo anterior nos lleve a que, en cinco años más, Chile roce los 70 puntos, retomemos el primer lugar regional y estemos dentro de la quincena líder.
Por María Jaraquemada, directora ejecutiva de Chile Transparente
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