Columna de María José Abud: No es normal
Dos de cada cinco mujeres en Chile declaran haber sufrido de violencia física, sexual o psicológica en su vida, y solo un 21% denuncia estas situaciones ante la justicia, de acuerdo con la última encuesta ENVIF. Si bien aqueja principalmente a las mujeres de los quintiles socioeconómicos más bajos, la violencia de género no discrimina por barrio, ni edad, ni nivel educacional, sufriéndose en la mayoría de los casos en silencio, e invadida por sentimientos de culpa y vergüenza, por miles de mujeres en nuestro país.
¿A qué se debe esta baja tasa de denuncia? La evidencia para Chile muestra distintas causas; algunas de ellas están ligadas a la respuesta institucional, como la desconfianza y desconocimiento del sistema y sus etapas, y otras, al temor a que no exista una efectiva protección en el caso de represalia por parte del agresor. Sin embargo, también pesan factores culturales y de entorno, como la normalización o naturalización de la violencia, la cual puede ir incluso acompañada de una dificultad de reconocerla e identificarla.
La normalización o naturalización ocurre cuando los hechos de violencia se consideran parte de la cotidianidad, que no requieren de un accionar y que son parte de la rutina de las mujeres. En promedio son 8 años los que se tarda en denunciar y muchas viven décadas de violencia intrafamiliar sin tomar cartas en el asunto.
Las mismas encuestas de violencia muestran que gran parte de las mujeres al ser consultadas si son víctimas de violencia no se consideran aludidas. No obstante, cuando se les pregunta por situaciones y hechos específicos, como por ejemplo si sufre de empujones y gritos por parte de su pareja, la respuesta es afirmativa. Existe una costumbre de dejar pasar ciertas situaciones de violencia, considerándose como insignificantes, las cuales son cruciales de atender, ya que un efectivo accionar puede evitar desencadenar y que escalen las situaciones de violencia.
En las últimas décadas algo hemos avanzado, especialmente en el tránsito de la violencia intrafamiliar del espacio privado al público. Hasta hace pocos años, era considerada un tema de índole personal, en el que no tenía cabida el Estado y que debía ser resuelto a puerta cerrada por las familias. Recién en los 90, se legisló en Chile al respecto y se creó el Sernam para hacerse cargo de este desafío. Aún así la tasa de femicidios no ha cedido, como tampoco las de mujeres víctimas de violencia intrafamiliar.
¿Cómo revertir esta tendencia? En materia de políticas públicas urge aprobar el proyecto de ley de violencia integral, el cual ha sido parte de la agenda de los dos últimos gobiernos y del actual, ya que amplía los alcances de la violencia y fortalece la respuesta estatal.
Las normas aprobadas en los últimos años como Ley de Monitoreo Telemático y Ley Gabriela avanzan en ese sentido. Sin embargo, es clave un marco integral para la violencia. Nuevas leyes no serán suficientes, siendo el rol de la sociedad en su conjunto fundamental. Conversar sobre la violencia contra la mujer debe dejar de ser un tema a ratos incómodo y tabú, o vivirse de manera solitaria. Cada uno tiene el deber de estar atento, tanto en los espacios privados como públicos, a las señales y situaciones de violencia. Dejando de considerarlo normal quizás estemos salvando, nada más y nada menos, que la vida de una mujer.
María José Abud, investigadora del CEP.
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