Columna de Mario Waissbluth: La polémica de los Bicentenario
Cuando Piñera lanzó en 2010 su programa estrella, se armó la grande. Me opuse, puesto que estos Liceos iban a seleccionar alumnos, y si eran nuevos, seleccionarían profesores. Puse en Twitter: “Si en un Hospital Bicentenario ponemos puros enfermos sanos y los mejores médicos, juro que no se muere ningún paciente”. La discusión se politizó. Bicentenarios = Derecha = Selección; versus Concertación = Antiselección = Anti - Bicentenarios.
Araya y Dussaillant publicaron felizmente un estudio sólido a fines de 2019, en base a cohortes entre 2013 y 2015, con alumnos que, si bien no fueron “seleccionados” (curiosamente, por no haber suficiente demanda para llenarlos), tenían exigentes requisitos de ingreso: promedio superior a 6.0 + un test.
Su conclusión fue que asistir a un Liceo Bicentenario mejora la performance de los estudiantes entre 0.23 y 0.5 STD (o sea mucho). Incluso resultaron mejor que los Liceos Emblemáticos que también seleccionaban (pero muchos de ellos pasaron por turbulencias internas). También mencionaron que una parte de estos resultados (en un estudio de 2014 y en este) es la performance superior de los nuevos Bicentenarios, o sea, los que tuvieron la oportunidad de escoger los mejores directivos y profesores. La similitud con mi “Hospital Bicentenario” es, en esos casos, total. Buenos alumnos + Buenos profesores = Buenos resultados. El sueño del pibe.
Bachelet II obviamente limitó el Programa. Luego, Piñera II lo retomó con fuerza para llegar a 320 establecimientos y 250 mil alumnos, pero ahora bajo la nueva ley que impide la selección académica (¿la impidió?). Ahora, un ministro de izquierda anuncia la progresiva suspensión del Programa… aunque las quejas lo hacen recular. Hasta donde lo sé, no hay estudios sobre las nuevas cohortes, ni evaluaciones de Dipres sobre eficiencia. Se siguen tomando decisiones como barras bravas.
El Programa otorga hasta US$ 0,9 millones iniciales para Liceos existentes, y US$ 1,8 millones para los nuevos, básicamente para infraestructura y equipamiento (es útil, pero marginal; disminuir esta partida no sería tan grave) y una importante asistencia técnica desde el Ministerio (no sujeta a una evaluación externa que yo sepa) por 8 años.
Propuestas: 1) Licitar con urgencia una evaluación de impacto, eficiencia, y calidad de la asistencia técnica. Dilucidar hasta qué punto la “gracia” del Programa es la de juntar alumnos buenos con otros buenos (efecto par) y/o con profesores selectos en los nuevos Liceos, o si la asistencia técnica y dinero del Mineduc hacen la diferencia.
2) Por mientras, continuar el Programa. Si la evaluación es positiva, proseguir, con una camada rotatoria cada 4 años de nuevos Liceos SIN selección que reciban estos beneficios para masificar la oportunidad. Pero… si la evaluación demuestra que en realidad lo único que importaba era el “efecto par” y/o los nuevos profesores, el Programa debería terminar… pero gradualmente, ya que no se debe jugar con las expectativas de 250 mil familias.
Por Mario Waissbluth, Fundador y ex presidente de Educación 2020